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José María Moro, Retrospectiva

por Redacción
3 de septiembre de 2013
Moro. Habitación vegetal (1977). Reinstalación en Casa de la Moneda. 2013.

Moro. Habitación vegetal (1977). Reinstalación en Casa de la Moneda. 2013.

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A un año y medio de la muerte de José María García Moro se celebra la primera exposición retrospectiva con cerca de cien obras de su extensa herencia artística. La Casa de la Moneda acoge la exposición y, con el denominador genérico «Moro escultor», pretende ser una rememoración ambiciosa y diversa de algunos momentos y etapas memorables de su vigorosa vida artística, con la generosa cesión de las obras que conserva Cuca, su esposa, y comisariada por Eva González.

Es la primera gran exposición temporal de arte contemporáneo que se celebra en el recién recuperado espacio de la Casa de la Moneda, contribuyendo a que este soberbio conjunto muestre también sus posibilidades para acoger la creatividad contemporánea. La visita a la obra de Moro en la Casa de Moneda se hace memorable, favoreciendo un peculiar diálogo entre las máquinas renacentistas ideadas para la creación de monedas con las esculturas e instalaciones de Moro en su interior y con la enésima invasión de las formas monumentales de plástico y color en el exterior.

Moro pervive al retar con sus formas libres y visionarias la solemnidad de la fábrica herreriana, provocando una revisión tan crítica como lúdica de la manifestación más evidente del todo poder como es el dinero monetario. Al símbolo del poder por excelencia, la moneda excluyente, Moro contrapone con su irreverencia respetuosa y su creativa carcajada de siempre, tan suyas, una muestra extensa de imaginería alternativa en volúmenes fantasiosos y máquinas para vientos, artilugios para la libertad. Frente al poder de los materiales nobles, el oro y la plata, de las primeras monedas de los centenes y cincuentines, piezas únicas de coleccionistas anónimos, Moro contrapone una habitación llena de efímeros vegetales, lechugas, pimientos y puerros, entre otros. En el real ingenio por excelencia de reyes, espacio exclusivo y minoritario, Moro abre este espacio a ideas públicas y propuestas participadas, democracia artística y festival de ingenios libres. Y surgen nuevos troqueles y cuños, ruedas y espirales, diseños y calibres, hierros oxidados y plásticos brillantes, artificios y logísticas, no para el intercambio de bienes y productos, de guerras y fronteras, sino para revolucionar los sueños y desintegrar los poderes opresivos.

A la sombra vigilante del Alcázar, razón de Estado, Moro renace para proponernos una postrer «invasión» como reinvención de lo público, un giro más en la memoria de todo lo que nos emociona e implica como colectividad, como pueblo. Moro nos recuerda que hay una contra-razón, nunca sin-razón, porque el arte siempre es «político», ciudadano. Esta intervención de Moro no es tan efímera en el tiempo como las que organizaba en un hercúleo día en la plaza de Segovia (1985), a los pies del Acueducto (1990), en las escaleras de la también desaparecida Caja de Ahorros en OxigenArte (2009), ni terminará en las manos de todos los que se acercaban entre sorprendidos y escépticos a participar en sus fiestas ciudadanas para el arte, pero mantiene su empeño transgresor y su espíritu crítico e irónico, su esfuerzo prometeico, su rigor de investigación y premeditación en la organización y gestión de sus intervenciones. Nunca las intervenciones de Moro fueron fruto de improvisaciones o azares. Aunque en la Casa de la Moneda veamos piezas aisladas de sus intervenciones, aún reivindican el valor artístico de la experiencia estética colectiva a que Moro nos invitaba como ciudadanos activos, cómplices de una utopía posible, escenificación y representación de un acontecimiento que siempre teníamos que interiorizar más allá del mero espectáculo.

Hay varias exposiciones en una. En los espacios interiores del Museo de la Real Casa de la Moneda, se exponen diez esculturas en hierro entre los años 1964 y 1969, clavos grandes, puntas cortadas, acumulaciones geométricas con soldaduras evidentes. Hierro oxidado, experiencia primaria de agresividad inquieta, acumulación caótica de elementos residuales de tornillos y tuercas, conformaciones ingrávidas de materiales pesados.

Se ha reinstalado «La habitación vegetal», proyecto que Moro ideara y realizara en 1977 en la galería La Casa del Siglo XV, genial propuesta de Moro y arriesgada y visionaria acogida de los hermanos Serrano en tiempos difíciles. Naturaleza como arte, lo efímero como contemplación, la instalación caduca como obra reflexiva.

En una espaciosa y luminosa sala de la planta inferior de la Casa de la Moneda, en otros tiempos dedicada al funcionamiento de los ingenios laminadores y acuñadores de monedas, podemos ver una excelente instalación que en 1971 Moro denominara «Ambiente».

En estas tres salas interiores nos acompaña una luz exterior sugerente, matizada, fresca procedente del río. Poderosa dialéctica de espacios y tiempos, de continentes y contenidos, de significantes y significados.

En los espacios exteriores de los grandes patios inferior y superior de la Casa de la Moneda se exponen piezas de las más variadas invasiones e intervenciones urbanas que Moro realizara desde 1985 en distintos espacios públicos. La invasión de los patios sigue teniendo toda la fuerza y espectacularidad que alcanzaban a tener las creaciones de Moro.

En el patio superior piezas procedentes de «El jardín metalizado» (La Coruña, 1997; Burgo de Osma, 1998 y Burgos, 1999). En el patio inferior una serie de piezas tan totémicas como coloristas de algunas de las intervenciones públicas más conocidas e impactantes de Moro (Segovia, 1990; Cáceres, 1990; Burgo de Osma, 1998, Segovia, 2009).

En la extensa exposición de la Casa de la Moneda podemos ver la riqueza y complejidad de la obra de Moro: Puro happening, teatro y libertad, goce y compromiso, experimentación y rigor. Moro nos deja su búsqueda compartida de un nuevo canon para el hombre, dialéctica de presencia-ausencia, público-privado, objeto-residuo, construcción-deconstrucción, exterioridad-interioridad, esencia-apariencia, ser-participar.

En la distintas salas y espacios de la exposición podemos ver que Moro escultor consciente o inconscientemente formó parte del proceso de superación de la escultura como pieza cerrada y autosuficiente, potenciando los elementos narrativos del proceso creativo, lo dinámico frente a la estático, lo participativo frente a lo meramente perceptivo, el color frente a su ausencia, los materiales efímeros y maleables frente a los materiales estables y nobles, la multisensorialidad activa frente a la mera y pasiva sensación, el cuerpo integral frente al ojo, lo público como espacio poético de la ciudadanía frente al mero territorio de apropiación y goce privado, el mensaje compartido frente al mero enunciado cerrado e impuesto, en fin, un nuevo lenguaje tan artístico como político.

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