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José María Rico Santamaría – ¡¡Sonría, por favor, estamos en Navidad!!

por Redacción
24 de diciembre de 2019
en Opinion, Tribuna
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Cuántas veces habremos oído la siguiente frase: “Antes no teníamos tantas cosas, y éramos más felices y alegres que ahora”.

¿Se acuerdan de las Navidades de antaño? Llegando estas fechas todo era más bonito, la gente estaba contenta y pensábamos más en el misterio de la Navidad, y eso que carecíamos de muchas cosas. Las personas nos parecían más agradables, se les notaba en el rostro una especie de gozo, de amabilidad, de tranquilidad, de paz interior que daba gusto hablar con cualquiera; y todo debido a la entrañable Navidad, que solamente con oír su nombre y de que el Niño Dios iba a nacer, llenaba por aquel entonces el corazón de felicidad y alegría, a pesar de la escasez que había y de otros problemas.

Hablemos un poco del aguinaldo. Lo que en este mes de Diciembre reciben muchos trabajadores como Paga Extraordinaria de Navidad, antaño no era otra cosa más que el aguinaldo que daba el patrón a sus trabajadores. Había y todavía hay un concepto también muy tradicional que son los obsequios en especie con productos navideños (Champán, turrón, almendras, etc). Otra de las costumbres más populares es que los niños en grupo iban por las casas cantando villancicos a pedir el aguinaldo, y recibían una pequeña donación en dulces o en monedas y esto contribuía a dar un color especial a la Navidad. Por último, había otro aguinaldo también muy entrañable que era lo que se daba a las personas que atendían los servicios públicos, y que en principio fueron los faroleros, y después los carteros, guardias urbanos, serenos, barrenderos, etc. Estos se presentaban en las casas (cada uno dentro de su distrito o zona), felicitando la Navidad con unas tarjetitas en la mano muy simpáticas con algún verso referido a la Navidad.

Pero pasemos a las Navidades de hoy, estas, solamente se basan en una cosa: comprar por comprar, ¿para qué?, para tener por tener y después tirar y tirar. Todo ello sin tener en cuenta del hambre y las penurias que pasan en otros países, y nos da lo mismo que estemos en Navidad que no, la cosa es no compartir. Me da la impresión de que encima, toda esta gente que pasa calamidades, sonríe y son más felices que nosotros teniendo menos.

Bien a lo que estamos, ¿se han fijado en el rostro de la gente?. Pero si hay caras que son un poema; están más tristes que la figura de Don Quijote, no se les ve con ninguna ilusión, hay personas que parece que van asistir a un entierro de tercera, les ves por la calle y no sabes si decirles feliz Navidad, o darles el pésame. Pero ojo, que esto no ocurre solo en ésta época, sucede durante todo el año. Fíjense en estos datos: por ejemplo, estás sentado en una cafetería, y como si estuviera la gente amargada, montas en el autobús, y eso parece un cuadro de El Greco con las caras tan largas, estás en la sala de espera del médico y como si todos fueran a ver al facultativo con el mismo síntoma: dolencia estomacal. Ya no digo de algunas oficinas públicas o privadas. De todas las maneras nos estamos haciendo muy ariscos, serios, individualistas y poco comunicativos. No sonreímos ni alegramos la cara aunque nos hagan cosquillas en la planta del pie con una de las plumas de haber pelado el pavo navideño (eso si le pela alguien hoy día), porque aquí lo que se pela bien es la pava.

En mi modesta opinión, creo que antes la sociedad no era así. Hoy lo que se lleva es el consumismo, el materialismo y el acaparar aunque no haga falta. La mayoría de las cosas que compramos son cosas innecesarias y superfluas, e incluso, con vistas a la ostentación y quedar por encima de los demás. Será un contrasentido, pero observo que la gente que menos tiene es más feliz, siempre está sonriente, es más sincera y campechana. Muchas veces solemos decir: “¡Qué feliz sería si no tuviera tantos problemas”! Sin embargo, este es un enfoque equivocado. Mientras vivamos, la vida nos presentará inevitablemente problemas por resolver, y el hecho de ser feliz no está relacionado con la existencia o no de problemas sino con la manera en que los enfrentas. Existe un lenguaje que no es verbal, sino corporal. La expresión de la cara es muy importante en este lenguaje. Puedes decir la frase “Feliz Navidad”, pero lo que importa no son las palabras, sino la forma y el sentimiento en que lo dices y tu expresión facial en ese momento.

Bueno, visto todo esto, solamente me resta decir: “SONRÍA POR FAVOR, ES NAVIDAD”, y con una sincera sonrisa les deseo de todo corazón ¡¡Feliz Navidad!!.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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