Si la ecuanimidad (1) tuviera cabida entre los políticos, que va a ser que no, puede que llegaren a la conclusión de que su falta de valía para lo que se requiere en la dirección de un país, les llevara a dedicarse a otra ‘vida’. Solo el Rey demuestra ecuanimidad en sus actos. Ello, pese a que los políticos de esta España mía, esta España nuestra, tratan de limitar ¡y de qué forma y manera!, cualquier actuación del Monarca que sea buena para el pueblo.
¿Elecciones? Para qué, si el camino ya le hemos recorrido ¿Solución? Retirar, por una decisión unánime del pueblo, a todos los políticos y sus partidos durante 200 años. Con ello se conseguiría, cuando menos:
—Ahorro económico,
—Descanso electoral,
—Sosiego,
—Que no hubiera insultos ni acusaciones sin sentido,
—Desterrar el “y tú más”;
—Ahorrarnos el “brillante” espectáculo de las Cámaras de todos los parlamentos, nacional, regional, municipal, local…;
—Los chorizos y sus familias políticas,
—Los chanchullos,
—Las puertas giratorias,
—Las designaciones a dedo de enchufados partidistas,
—Que alguien pueda recibir salario sin trabajar,
—Las desigualdades entre españoles por cuestión de residencia.
— …
Pues no. En nada de todo eso y mucho más, pensaremos cuando los políticos quieran que votemos. Agacharemos la cabeza, daremos por bueno el “sí bwana”, y lo haremos de la misma forma que siempre. Sin importar para nada ni lo mal que lo hicieron ni lo mucho y malo que hemos tenido que aguantar.
El futuro que nos espera con ellos — son los mismos/ son las mismas—, no cambiará nada, nada.
De lo que se puede deducir que cualquier español, dejando al margen a los partidistas, que crea que va a cambiar algo con su voto, esta ‘apañao’. Sepa que si vota:
—Se llevará un posterior chasco;
—Si no vota a nadie le importará;
—Si lo hace en blanco, para demostrar que está hasta los mismísimos, su papeleta se la pasarán por el forro… (2).
Vea y observe cómo la política solo les sirve a los políticos. Los votantes, por mucho que se empeñen en decir lo contrario, son/somos actores secundarios sin ningún poder de decisión. Pues, lo que tu/yo votas/votamos, lo destrozan las uniones, fusiones, amiguismos… Solo buscan tener poder. Nada ni nadie les puede hacer cambiar.
Sea como fuere, que será como quieran los políticos que son quienes, reiteración 2ª, detentan el poder, estamos condenados al fracaso. Con elecciones o sin ellas.
¿Han llegado a pensar como ciudadanos en qué forma las listas del paro se incrementarían si no hubiera políticos, con un buen sueldo, que colocaran a los suyos en las administraciones nacional, regional…? Lo hacen por eso, porque, reiteración 3ª, quieren poder, y lo encuentran a través de los votos ‘cómplices’ de los ciudadanos.
Pues eso.
Y al Rey, que es la persona que nos podría defender de los ‘acosadores’, a los que cuando no les favorece hacen juegos malabares con la Constitución, le ponen límites para que no lo haga.
La frase ¡Viva la Pepa! que los liberales acuñaron tras aprobar la Constitución de 1812 las Cortes de Cádiz, tal y como lo utilizamos actualmente, no tiene otro significado que dar a entender que en algún lugar hay un total y mayúsculo desorden.
¿Me permiten que pueda cuestionarme democracia tan singular?
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(1) Igualdad y constancia de ánimo. Imparcialidad
de juicio (RAE).
(2) No importarle en
absoluto; no hacerle ningún caso.
