Les juro por ‘Arturo’ que es verdad. Que lo que se relata a continuación se organizó en Segovia un día del año 1897, y así lo recogí de varias páginas de distintos medios donde quedó escrito (1). Cosas así ya no se llevan, creo, y se lo cuento al lector, mujer, hombre o viceversa, para que, si lo estiman oportuno, lo cuenten a generaciones venideras.
Antecedentes.—Miembros de la Cruz Roja de Segovia, después de meses pidiendo al Ayuntamiento que les cediera el ‘complejo’ de Sancti Spíritu para poder ubicar en él su sanatorio, encontró respuesta positiva. El Concejo se lo pensó mejor y la petición fue aceptada. La referida asociación buscó medios —como siempre hizo en su larga historia—, para llevar adelante su idea de ayuda. Se preguntan:
“¿Qué podemos hacer para que la ciudadanía se entere de que estamos aquí, que necesitamos su colaboración?”
Ideas en acción.— Después de semanas intercambiando posturas se decidieron a confeccionar un ambicioso plan.
— “La cuestación de este año ha de ser especial, —se dijeron—, y la idea que llevemos a la práctica ha de ser de igual forma especial”.
Y lo fue. Titular: ‘Cabalgata pro postulación del Sanatorio de Cruz Roja’.
Programa.— Lugar de salida: Fábrica de Loza en el barrio de San Lorenzo. Hora de inicio, 8,30 de la mañana. Orden de participación:
— Un jinete llevando estandarte (pancarta) con el lema: ‘Limosna para el Sanatorio de la Cruz Roja’.
— Otros dos jinetes con pancarta: ‘Viva España’ y ‘Todo por la Patria’.
— Cuatro caballistas más con sendas pancartas rotuladas: ‘Viva el Ejército’, ‘Viva la Marina’, ‘Viva la Facultad de Sanidad Militar’ y, ‘¿Cómo será España en el año 2000?’.
— Tres grupos de siete jinetes cada uno, vistiendo trajes fantásticos de voladores, globos y relojes.
— Banda de Música del Hospicio con 41 componentes.
— Siete jinetes con trajes de jockey.
— Grupo con mismo número de jinetes vestidos de negro.
— Carroza alegórica con las armas de España, tirada por tres individuos vistiendo el traje a la Federica (2).
La cabalgata la cerraba una nutrida escolta, al tiempo que socios de la institución organizadora postulaban (pidiendo), a toda persona que se encontraban a su paso.
Recorrido.— F. de Loza; Azoguejo, Ochoa Ondátegui, Plaza de El Salvador, Plaza Día Sanz; Las Morenas, San Antón, Cantarranas, Plaza Carrasco, Mercado (José Zorrilla), Muerte y Vida, San Francisco, c/Real (completa), Plaza Mayor, Los Leones, La Merced, Canongías, Alcázar, Doctoral (Pozo de la Nieve), San Esteban, Victoria, Trinidad, Guevara, Colón, Arquetas (Plaza Reina Dña Juana), Plaza Espejos, San Juan, Azoguejo, San Millán, Paseo Nuevo, y Salón, donde hubo unos minutos de ‘relax’.
En el trayecto, corto y suave, hubo paradas intermitentes para visitar a las autoridades. Todo acabó donde había comenzado, siendo las 15 horas, ya pasadas, de la tarde.
Por cierto y sin volver a leer, ¿podrían decir el número de caballos que acompañaba a la cabalgata?
Nota de autor: Espero y deseo que lo hayan pasado bien, no se hayan mareado y estén recuperados del recorrido de tan ‘breve’ itinerario.
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Cuestión de cebolletas
Un vecino de la capital, cuyo nombre omito, se acercó a una de las muchas huertas del barrio de San Lorenzo y, seguramente ‘sin querer’, sustrajo, robó o…, una carga de manojos de cebolleta. Dado que era noche cerrada probablemente se equivocó. Tras ser detenido y haber confesado ante el juez que pretendía vender el producto bajo el sistema de ‘puerta a puerta’, su señoría no le debió entender muy bien y lo envió a la cárcel del partido, en la calle Real. Era un día de abril de 1898.
Venta de armas
Nota del Gobierno Civil: “Desde San Sebastián me comunican haber remitido a esta provincia de Segovia, y concretamente a los comerciantes de la capital Andrés Arana y Adrián Ramírez, seis escopetas, 24 revólveres y 66 pistolas”.
Todo controlado. Eran para su venta en el mercado libre. Con la salvedad de dejar en el comercio su nombre y dirección. Así de fácil. Año 1897.
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(1) El Adelantado, El Porvenir Segoviano…
(2) Consistía en una casaca, de seda o de terciopelo de distintos colores, bordada en oro, plata o azabache y un chaleco también bordado; debajo, una camisa blanca con chorreras. Una indumentaria propia de los nobles caballeros rejoneadores del siglo XVIII, que también lucían un tricornio.
