Se dice, se oye, se comenta los jueves en la Plaza Mayor llegada la hora nona (1) (tres de la tarde), ya en el recogimiento, también recogida, de puestos del mercado semanal que Enrique IV, estando aún en la edad de ejercer de príncipe pero con atribuciones, concedió a Segovia determinadas exenciones de impuestos.
Once años después, ya con corona sobre la testa, otorgó a la ciudad el poder disfrutar, o como mejor lo entienda el lector, de dos ferias anuales.
Hay que ver de las cosas que se puede enterar cualquier hijo de vecino, mientras los señores trabajadores de la limpieza dejan la plaza “reluciente como un sol”.
Pero a lo que te voy. Si bien se le atribuye a D. Enrique lo descrito, eruditos de aquella época –vivos algunos, otros no-, “me dejaron escrito”, que antes de esa fecha, 1439, ya existía en la Plaza de San Miguel el mercado semanal de los jueves. Por lo que bien pudiera haber sido su padre, Juan II, (1405-1454), quien pusiera la “primera piedra” del mercado.
Pero, vayamos a hechos concretos. Enrique IV puso fecha a su privilegio (2) de ambas ferias:
– “Una habrá de celebrarse ocho días antes de Carnestolendas (3) o feria de Cuaresma”.
-“Otra, dando comienzo el 11 de junio, festividad de S. Bernabé”.
El ya señor Rey, asesorado convenientemente, con la finalidad de los que vendían y abusaban, no abusaran si vendían, dispuso:
“A los controladores/arrendatarios de pesas y medidas si osaren no cumplir, sepan:
– Se impondrán penas del pago del duplo de los derechos que hubiesen cobrado, más una sanción de 900 maravedís, repartidas por tercio entre el acusador, el ejecutor y el juez ante quien pasase el pleito.
– Las denuncias se juzgarán por el solo testimonio, precedido de juramento, de un testigo”. ¡Toma!
En desarrollo del privilegio, el Concejo dispuso que el peso de las mercancías se llevara a efecto uno en San Miguel y otro en Santa Coloma o Columba (Azoguejo). Para ello se habilitaron dos casas.
Hubo que regular también el tema de la “acogida a ganados y bestias”. Pese a que de esta última no se definía si entrarían todas, (dos o cuatro… patas), se estableció:
– “Libertad de estancia y pasto en las dehesas de Valsaín; prados del Real y Pinilla (arrabal de San Marcos); del Mercado, Valdevilla, prados de Juarrillos y Gallocociado (4)”. También en el Campillo y Peladera.
Proseguimos. La primera de las ferias, la de Cuaresma, nunca tuvo un gran relieve. Los que caminaban “de feria en feria” (5), reunidos en los lugares que servían vino en la ciudad, comentaban:
– “Venir a Segovia en esta época sirve para hacer poco negocio. Es lugar de mucho frío”.
No sucedía igual en la feria de junio, “tiempo de mejor tiempo” si bien, una vez perdida la lozanía de los paños segovianos, de cuya industria la ciudad vivió, y bien, a lo largo de muchas décadas, a finales del XIX (6), la feria de San Juan dejó de ser lo que era.
Tan grande fue el descenso de popularidad, que el Concejo tomó el acuerdo (1883), de trasladar su celebración a los días 14 a 19 de junio. A tal efecto justificativo, dejo aquí la nota de prensa con la firma de Mariano de la Torre Agero, alcalde:
– “Se trata de evitar coincidencia de fechas con otras ciudades de mayor influencia económica y social, cuyas ferias restan vida y significación a la que de modo tan mísero y claudicante venía celebrando la ciudad de Segovia”.
Ahora se celebran entre el 24 y el 29 del sexto mes del año.
¡Anda que no!
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(1) Debe su nombre a la hora novena del día, momento en el que los monjes rezaban. Por lo general se canta o recita a las 15 horas.
(2) Los Reyes Católicos. 1495 y Felipe II, 1562, corroboraron con sendos privilegios el inicial de D. Enrique.
(3) Carnestolendas se menciona como palabra usada por los mozárabes y por los cortesanos castellanos ya en el siglo XIII.
(4). ‘Aldea de Segovia ya en 1446, a poco más de un Km. de la capital, en el inicio de la carretera de Palazuelos’. Martín Mesa, Segovia y sus mil pueblos, 2019.
(5) Joan Manuel Serrat, ‘El Titiritero’, 1968
(6) Mariano Grau ‘Polvo de Archivos’, 1973.
