Si Javier Tebas Medrano, Costa Rica, 1962, presidente de la asociación de clubes de fútbol profesional, no fuera tan eficaz en los cometidos que le son propios, no estaría al frente de organización tan importante en la que nadie le hace sombra. Si quieren un dato se lo doy: cada vez que culmina por tiempo su mandato, no hay nadie que le haga sombra en la reelección, y ya suma cuatro. Su eficaz gestión lo hace ‘imbatible’.
En su última actuación en defensa de los intereses de quien le paga la nómina y para que la liga acabe en la zona que él representa, ha convencido desde el Gobierno para abajo a todos. Ahí quedan sus frases:
“La temporada acabará su calendario”.
“Si un jugador da positivo en ‘bicho’, se le apartará y la competición continuará”.
“Se juegue o no se jueguen los partidos que restan, habrá descensos”.
“No haremos nada que no esté permitido por la ley” (¡¡¡!!!).
“Si algún club se negara a jugar, habiendo autorización de Sanidad, será sancionado”.
“Si no se juega perderemos 1.000 millones; si se juega 300”.
Eso, si eso, pone de manifiesto la defensa a ultranza de los intereses de la patronal que lo tiene contratado. Ni un solo pero a su gestión.
Enlazando con lo escrito, pero dando la vuelta a la tortilla despacito, para que no se caiga, estoy totalmente convencido de que si el señor Tebas estuviera de ‘abogado defensor’ de la parte ‘social’ que agrupa a los futbolistas, estos habrían conseguido no jugar hasta el que virus no se hubiera cansado de infectar y, sobre todo, de matar.
Es la gran diferencia existente entre la profesionalidad en la defensa de intereses, y de quienes les gusta caminar sobre ramas, por si acaso pisan algún charco y se mojan.
Tebas que, sabido es, no gusta a todos por su forma de afrontar la defensa de los que representa, está acostumbrado a pisar charcos y a combatir en cualquier ring.
Por eso, por ser un fajador y un defensor tenaz, que ya es, le pagan bien. Muy bien. Merecido.
