Tomando prestada la letra del tango ‘Caminito’ (1926), con el que tanto éxito cosechó el gran Carlos Gardel, relaciono mi condición de andante (‘que anda’) por los caminos -sendas verdes-, de esta Segovia nuestra, para repasar su actual estado de salud.
A los efectos que procedan, recuerdo la tormenta de agua y granizo que, para mostrar al público las medicinas que necesita el clima, descargó el pasado mes de agosto en la ciudad. Ese fue el hecho causante que me lleva a hilvanar estas cuatro letras y tres comas.
Algunos segovianos, y sobre todo segovianas, salimos de la zona de no confort que proporciona el CO2 de las calles de la ciudad –y si es San Gabriel ni te cuento-, y caminamos por las sendas ‘verdes’ que la naturaleza ha puesto para evitar que nos perdamos entre humos. Uno de esos lugares de acogimiento a caminantes es el que discurre a lo largo de ‘Prado Bonal’. El más cercano a Nueva Segovia, ya que el otro, el de enfrente, es conocido como ‘Camino de los Tanques’.
A lo que te voy. Debido a la referida tormenta, y tras las torrenteras habidas, esas zonas se han quedado tan descarnadas que se hace imposible caminar por ellas. Sea por las piedras rodadas que pululan por el lugar, o bien por la arena, que trasladada por el agua se ha quedado retenida en amplias zonas llanas, el camino para caminantes y bicis ha quedado tocado. Para llegar a las inmediaciones de la circunvalación, entre las obras y lo otro…
Expuesto uno, expongo el otro. Se trata de la senda que desde el Arco de la Fuencisla (el que dejó ‘puesto’ Juan de Ferreras a principios del XVIII), hasta San Pedro Abanto, caminando por la zona de los grajos. Por las causas ya citadas, el arrastre del agua fue tan fuerte que los que por allí iban sobre la bicicleta ya no van, y los otros, los de a pie, se marchan por la carretera de Arévalo chupando humo.
Se acabó el espacio.
