(A vueltas con la necesidad de un centro en Segovia para enfermos de Alzheimer)
(11 de noviembre de 2018)
Una lesión cerebral, el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer, enfermedades de larga duración… tienen impacto no sólo sobre las personas afectadas sino también sobre su familia y entorno más cercano. Debido a la aparición de estas enfermedades, las personas afectadas sufren una serie de consecuencias físicas, cognitivas y emocionales que alteran su funcionalidad y autonomía y conllevan una pérdida de independencia que va a recaer sobre los familiares más directos, en quienes aparece un sentimiento de pérdida, ya que nuestro familiar no es el que era y surge la necesidad de modificar los roles familiares para ajustarse a esta nueva situación. A todo lo anterior hay que añadir lo prolongado de los tratamientos, los efectos de la hospitalización cuando esta se produce y el aislamiento social derivado de esta situación. Todo ello supone una sobrecarga emocional y física que se conoce con el nombre de Síndrome del Cuidador.
El Síndrome del Cuidador es un trastorno que se presenta en personas que desempeñan el rol de cuidador principal de una persona dependiente. Se caracteriza por el agotamiento físico y psíquico. La persona tiene que afrontar de repente una situación nueva para la que no está preparada y que consume todo su tiempo y energía. Se considera producido por el estrés continuado (no por una situación puntual) en una lucha diaria contra la enfermedad, y que puede agotar las reservas físicas y mentales del cuidador.
El perfil de un cuidador, según los expertos, es el de mujer de mediana edad, en la mayoría de los casos, familiar directo del afectado (pareja, madre, padre, hijo, hija…), persona voluntariosa que trata de compaginar el cuidado de su familiar con sus responsabilidades ordinarias. Cree que ésta será una situación llevadera y que no se prolongará demasiado tiempo y que será ayudada por su entorno más cercano. Cuando la situación se alarga y va aumentando la edad de la persona cuidadora esta situación se agrava de forma considerable.
Las personas cuidadoras, según pasa el tiempo, van perdiendo paulatinamente su independencia ya que el enfermo cada vez les absorbe más, se desatienden a sí mismas: no tienen un tiempo libre necesario para su ocio, abandonan sus aficiones, no salen con sus amistades, etc. y acaban paralizando, durante largos años, su proyecto vital. Si, en el mejor de los casos, la calidad de vida de los enfermos se “estabiliza”, la de la persona cuidadora, sin embargo, va decayendo.
Estas situaciones son aminoradas de alguna manera cuando estos enfermos y me refiero más concretamente a los de Alzheimer, que conozco mejor, pueden pasar unas horas al día en el centro, a todas luces insuficiente, que gestiona la Asociación de familiares de Alzheimer (AFA) en el Centro de Servicios Sociales de la Albuera.
Además de por los enfermos de Alzheimer, a lo que he aludido en otros artículos, también por sus familiares cuidadores, que añado ahora, vuelvo a pedir a las Instituciones: Ayuntamiento de Segovia, Diputación Provincial y Junta de Castilla y León que, antes de terminar este año, se comprometan al unísono para posibilitar en Segovia, única provincia de nuestra comunidad autónoma que no lo tiene, un Centro que responda a las necesidades reales de estos enfermos y sus familiares. Ya sé que, en las actuales circunstancias, parece imposible pedirles que se pongan de acuerdo, pero ¿tampoco en este tema tan sensible y que nos puede afectar a cualquiera de nosotros en cualquier momento?
Es cierto que los cuidadores necesitan más medios para ayudarles a vivir su rol, y habría que posibilitarlos, pero un buen centro como el aludido, sería un buen medio, porque se podrían plantear unos servicios más completos para ellos y sus familiares enfermos y esto aliviaría su situación.
Cuando en la noche de San Frutos ofertábamos los tickets de las sopas del Santo a beneficio de AFA y transmitíamos a los participantes la necesidad de este centro, un buen amigo me decía: “eres un ingenuo, este tema no es prioritario para nuestras instituciones provinciales y van a seguir dándole largas y echándose la culpa unas a otras por su no construcción”. Pues seré ingenuo, pero no me resigno y quiero seguir creyendo que nuestros responsables políticos tienen sensibilidad. En este tema solo les falta decisión y unidad de acción. ¿Será pedir peras al olmo?
