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José María López López – Los Belenes

por Redacción
22 de diciembre de 2019
en Opinion, Tribuna
JOSE MARIA LOPEZ
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En muchos lugares de nuestra ciudad y provincia hay personas que, desde distintas asociaciones, parroquias, grupos diversos… han dedicado su tiempo en estos días o meses, previos a la Navidad, a hacer los Belenes o Nacimientos. A todos ellos hay que mostrarles nuestra gratitud porque, aparte de brindarnos la posibilidad de disfrutar con auténticas obras de arte en muchos casos, a través de los Belenes nos muestran el gran acontecimiento de la humanidad, el nacimiento de Cristo que se entronca en nuestra naturaleza humana. Dios que se humaniza. Nunca lo hubiéramos imaginado así. Nosotros pensamos en un Dios majestuoso y omnipotente y él se nos presenta en la fragilidad de un niño débil e indefenso. Lo colocamos casi siempre en lo extraordinario, prodigioso y sorprendente, pero él se nos presenta en lo cotidiano, en lo normal y ordinario. Lo imaginamos grande y lejano y él se nos ofrece en la ternura de un recién nacido. ¿Cómo sentir miedo de este Dios?.

El Dios cristiano no es un Dios desencarnado, lejano e inaccesible. Es un Dios encarnado, próximo, cercano. Un Dios al que podemos tocar de alguna manera siempre que tocamos lo humano.
Todo esto nos lo muestran los Belenes, de los que el papa Francisco en su Carta Apostólica con el título “El hermoso signo del pesebre” publicada el día 1 de diciembre, dice que “son realmente un ejercicio de fantasía creativa, que utiliza los materiales más dispares para crear pequeñas obras maestras llenas de belleza. La representación del acontecimiento del nacimiento de Jesús equivale a anunciar el misterio de la encarnación del Hijo de Dios con sencillez y alegría”.

Escribe el papa sobre los diversos signos del Belén y los relaciona con nuestra vida de cada día: “el contexto del cielo estrellado en la oscuridad y el silencio de la noche, nos lleva a pensar en cuántas veces la noche envuelve nuestras vidas. Pues bien, incluso en esos instantes, Dios no nos deja solos, sino que se hace presente para responder a las preguntas decisivas sobre el sentido de nuestra existencia: ¿Quién soy yo? ¿De dónde vengo? ¿Por qué nací en este momento? ¿Por qué amo? ¿Por qué sufro? ¿Por qué moriré? Para responder a estas preguntas, Dios se hizo hombre. Su cercanía trae luz donde hay oscuridad e ilumina a cuantos atraviesan las tinieblas del sufrimiento” (Lc. 1,79).

Los pastores que “a diferencia de tanta gente que pretende hacer otras mil cosas, se convierten en los primeros testigos de lo esencial, es decir, de la salvación que se les ofrece. Son los más humildes y los más pobres quienes saben acoger el acontecimiento de la encarnación. A Dios que viene a nuestro encuentro en el Niño Jesús, los pastores responden poniéndose en camino hacia Él, para un encuentro de amor y de agradable asombro, que da vida preciosamente a nuestra religión”.

“Las figuras del Belén que parecen no tener relación alguna con los relatos evangélicos: del pastor al herrero, del panadero a los músicos, de las mujeres que llevan jarras de agua a los niños que juegan… representan la santidad cotidiana, la alegría de hacer de manera extraordinaria las cosas de todos los días, cuando Jesús comparte con nosotros su vida divina. Esta imaginación pretende expresar que en este nuevo mundo inaugurado por Jesús hay espacio para todo lo que es humano y para toda criatura”.

En la figura de María “vemos a una madre que contempla a su hijo y lo muestra a cuantos vienen a visitarlo. Vemos en ella a la Madre de Dios que no tiene a su Hijo sólo para sí misma, sino que pide a todos que obedezcan a su palabra y la pongan en práctica (Jn. 2,5). Y en la figura de San José vemos al “custodio que nunca se cansa de proteger a su familia”.

“En el Niño Jesús vemos con sorpresa que Dios asume nuestros propios comportamientos: duerme, toma la leche de su madre, llora y juega como todos los niños. Como siempre, Dios desconcierta, es impredecible, continuamente va más allá de nuestros esquemas. Tal y como ha venido al mundo, Dios nos invita a pensar en nuestra vida injertada en la suya; nos invita a ser discípulos suyos si queremos alcanzar el sentido último de la vida”.

Sin todo esto no hay Navidad. Despertaremos nuestros mejores sentimientos, disfrutaremos del hogar y la amistad, nos regalaremos momentos de felicidad, lo cual es bueno, muy bueno, pero celebrar la Navidad es “volver a Belén”. FELIZ NAVIDAD para todos.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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