Desde la publicación de la Carta Encíclica del Papa Francisco “Laudato sí” (LS. Mayo 2015) sobre el cuidado de la Casa Común, la familia cristiana celebra, entre el 1 de septiembre y el 4 de octubre, en memoria de San Francisco de Asís, el Tiempo de la Creación, unidos en oración y compromiso a favor de la defensa de la naturaleza.
La Diócesis de Segovia ha programado, con esta ocasión, una serie de actos de los que se dan cuenta en los medios de comunicación y a través de las parroquias.
El tema elegido para la celebración del tiempo de la Creación 2020 es “Jubileo de la Tierra”, en el año en que se cumple el Cincuenta Día de la Tierra, que se celebra cada año el 22 de abril y que surgió a partir de una manifestación de veinte millones de personas en el año 1970, para protestar por lo que ellos consideraban como una crisis ambiental, indignados por el deterioro brutal del medio ambiente, que obligó a los gobiernos a tomar medidas concretas, incluida la aprobación de leyes ambientales y el establecimiento de agencias dedicadas al medio ambiente.
¡Cuánto se puede lograr cuando las personas se unen por una causa justa y exigen acción!
El Papa Francisco, probablemente el líder mundial mejor valorado, ha escrito un mensaje con este motivo y partiendo de la cita bíblica «declararéis santo el año cincuenta y promulgaréis por el país liberación para todos sus habitantes. Será para vosotros un jubileo» (Lv 25,10), describe lo que en la Biblia es el Jubileo: un tiempo sagrado para recordar, regresar, descansar, reparar y alegrarse.
Ojalá sus palabras fueran leídas sin pre-juicios por aquellos que critican a la Iglesia Católica indiscriminadamente, lo que no quiere decir que no sea sujeto de crítica en ocasiones, y por los cristianos, como una llamada a unir fe y compromiso por la defensa y el cuidado de la naturaleza con todo lo que conlleva. Trascribo lo que dice el Papa sobre el Jubileo:
“Tiempo para recordar: tiempo de gracia para hacer memoria de la vocación original de la creación con vistas a ser y prosperar como comunidad de amor. Existimos sólo a través de las relaciones: con Dios creador, con los hermanos y hermanas como miembros de una familia común, y con todas las criaturas que habitan nuestra misma casa. Tiempo para conservar la memoria de nuestra existencia interrelacional. Debemos recordar constantemente que «todo está relacionado, y que el auténtico cuidado de nuestra propia vida y de nuestras relaciones con la naturaleza es inseparable de la fraternidad, la justicia y la fidelidad a los demás» (LS, 70).
Tiempo para regresar: para volver atrás y arrepentirse. Hemos roto los lazos que nos unían al Creador, a los demás seres humanos y al resto de la creación. Necesitamos sanar estas relaciones dañadas, que son esenciales para sostenernos a nosotros mismos y a todo el entramado de la vida. Para pensar de nuevo en los demás, especialmente en los pobres y en los más vulnerables.
Estamos llamados a acoger de nuevo el proyecto original y amoroso de Dios para la creación como una herencia común, un banquete para compartir con todos los hermanos y hermanas en un espíritu de convivencia; no en una competencia desleal, sino en una comunión gozosa, donde nos apoyamos y protegemos mutuamente. El Jubileo es un momento para dar libertad a los oprimidos y a todos aquellos que están encadenados a las diversas formas de esclavitud moderna, incluida la trata de personas y el trabajo infantil.
Tiempo para volver a escuchar la tierra. Hoy la voz de la creación nos urge, alarmada, a regresar al lugar correcto en el orden natural, a recordar que somos parte, no dueños, de la red interconectada de la vida. La desintegración de la biodiversidad, el vertiginoso incremento de los desastres climáticos, el impacto desigual de la pandemia en curso sobre los más pobres y frágiles son señales de alarma ante la codicia desenfrenada del consumo”.
Tiempo además para descansar, reparar y alegrarse, sobre lo que volveremos en el próximo artículo. Mientras, cuidemos la Tierra, nuestra Casa Común. No tenemos otra.
