Estos días de atrás me han llegado dos gritos desgarradores de dos buenos amigos sacerdotes: Julián del Olmo, jubilado el pasado mes de noviembre, fino poeta de lo humano, quien durante 26 años ha sido el Director del programa de Televisión Española “PUEBLO DE DIOS”. Y de Jesús Torres, cura de Aguilafuente, Aldea Real, Lastras de Cuéllar y Sauquillo, quien fue misionero durante 30 años en Mozambique, de donde volvió unos días antes del ciclón que asoló al país y donde cada año ha vuelto un mes para “revitalizarse”, a “quien debo lo que soy”, le he escuchado decir.
Julián del Olmo titulaba su grito: VENGO DE SIRIA, grito que va desgranando en unas cuantas expresiones vividas por él en primera persona:
“Vengo de Siria… con el zumbido de bombas nocturnas en los oído entre sueños e insomnios”.
Vengo de Siria… con las zapatillas embarradas de caminar entre los escombros que dejaron a su paso por pueblos y ciudades los tanques y los misiles.
Vengo de Siria… con el alma herida por los muertos que se cuentan por cientos de miles, por las fosas comunes que nadie sabe donde están, por los desplazados y refugiados que son millones, por las mujeres violadas, por los huérfanos, por los heridos y mutilados….
Vengo de Siria… con la rabia en el cuerpo por la guerra importada, que arrasó al país y dejó al pueblo dividido y hambriento.
Vengo de Siria… con la alegría de ver la fe indestructible de cristianos y musulmanes y la esperanza que se abre paso entre las ruinas.
Vengo de Siria… con ganas de gritar: ¡nunca más a la guerra nunca más!”
Jesús Torres grita en nombre de Mozambique, donde más de un 90% de sus estructuras fueron dañadas total o parcialmente por un ciclón y donde han empezado a aparecer los muertos, a medida que van bajando las aguas que habían inundado los terrenos, con el peligro de malaria y cólera…. “Es el momento de estar allí, momento de compartir y estar en comunión. No podemos mirar para otro lado y no podemos llegar tarde. ¡Tenemos que aprender tanto de África!… Tienen otra manera de ver las cosas. Capacidad de sufrimiento infinita, porque realmente conviven con el sufrimiento y la necesidad y aprenden a superarlo. A pesar de todo, no perderán la alegría. Ellos ponen lo que tienen y nosotros lo que no tienen”.
Dos amigos que recuperan en esta ocasión la función social del grito, de la amenaza que proviene de una desigualdad lacerante y creciente. Es el primer paso para caer en la cuenta del latrocinio continuado que una parte de la humanidad, nosotros, ejerce sobre otra, los pueblos frágiles. Siria y Mozambique, expresión de tantas otras realidades de injusticia y explotación, a causa de intereses bastardos: multinacionales, mercados financieros, dirigentes políticos mirando para otro lado… sin importarles el sufrimiento de las gentes…
Sin duda hay culpables poderosos de la miseria, los abusos e injusticias que se dan en nuestro mundo, pero hay también una culpa que está como “diluida” en toda la sociedad y que nos toca a todos. Hemos interiorizado un tipo de cultura que nos lleva a pensar, sentir y tener comportamientos que sostienen y facilitan el funcionamiento de esta sociedad tan poco humana. La cultura consumista, por ejemplo, y nuestro comportamiento. Si yo me dejo moldear por la cultura consumista, esto significa que valoro más mi propio bienestar que la solidaridad. Podemos echar la culpa a otros, pero cada uno somos responsables de un estilo de vida poco humano. Por eso es bueno dejarnos interpelar por situaciones, como las que hoy comentamos, y no dejarlas pasar como “quien oye llover”.
Dejo un número de cuenta por si alguno de los que leen este artículo quiere solidarizarse: ES42 20387622593000021443 – Jesús Torres Bravo. Bankia. Cantimpalos. Concepto: AYUDA MOZAMBIQUE. CICLÓN BEIRA.
Los dos gritos terminan proyectado un halo de luz: “la fe indestructible de cristianos y musulmanes y la esperanza que se abre paso entre las ruinas de Siria” y “kunfunana”, la palabra mágica mozambiqueña que hoy nos une y que significa “ayudarnos unos a otros”.
