Han querido las circunstancias que hoy coincidan las elecciones generales para elegir a nuestros representantes en el Parlamento, de las que saldrá, esperemos, el próximo Gobierno de España y el Día de la Iglesia Diocesana. El lema de este día es “Sin ti no hay presente. Contigo hay futuro”, eslogan que, seguro, aceptarían también todos los partidos políticos. “En la vida social y política de los pueblos, nos recuerda nuestro obispo, la importancia de cada persona se pone de relieve cuando llegan las jornadas electorales que determinan el futuro de la sociedad. Por eso, los lideres políticos buscan el voto en las grandes ciudades y en los pueblos más perdidos de la geografía”.
Todos los partidos nos llaman a la participación. Votar es una señal de responsabilidad con la gestión pública. Está en nuestro voto decidir en qué dirección queremos que se gestione la vida pública y social en los próximos cuatro años. “La Iglesia, nos recuerda también el obispo, no es una comunidad política. Su fuerza no reside en el número de los que la constituyen como familia o Pueblo de Dios. El valor de cada individuo reside en que es un miembro del Cuerpo de Cristo, que siente la responsabilidad del testimonio público en la sociedad. Por eso, el presente de la Iglesia implica a cada bautizado sin excepción. Y el futuro de la Iglesia nos permite acrecentar la esperanza en la medida en que cada cristiano asume su pertenencia a la Iglesia entregándose a sí mismo como hizo Cristo”. “Sin ti no hay presente. Contigo hay futuro”.
La Iglesia está inserta en la sociedad y a ella sirve. No quiere privilegios, pero tampoco que se utilice el derecho de las minorías para marginar a lo católico, mayoría, al menos sociológicamente, en nuestro País. Durante siglos el servicio de la Iglesia a la sociedad ha sido fundamental en muchos momentos y de una manera especial en estos últimos años de crisis, con un compromiso sincero y estable por el bien común de todos, creyentes o no creyentes. Con el servicio, que nos enseña Jesucristo, los cristianos tenemos la esperanza de contribuir a una sociedad más justa y más humana, que brota del Evangelio y que fructifica en tantos testimonios de entrega y amor a lo largo y ancho de nuestro país.
Hoy celebramos el Día de Iglesia Diocesana. Una jornada para que los católicos reavivemos nuestra pertenencia a la Iglesia universal, que peregrina en Segovia. Se nos invita a los cristianos a colaborar y trabajar activamente en nuestra Iglesia particular como el ejercicio de un derecho y deber de cada cristiano bautizado. Es de agradecer el servicio que tantos cristianos y cristianas realizan cada día en su Iglesia. Es un buen momento, además, para plantearnos en serio todos los católicos cómo podemos colaborar y en qué tipo de servicio nos podemos integrar. Para subsistir y cumplir su misión, la Iglesia necesita de la colaboración de todos los cristianos y de medios económicos. Debemos ser los católicos quienes sostengamos económicamente a la Iglesia. Lo podemos hacer decidiendo libremente donde queremos que vayan parte de nuestros impuestos, a través de la X en la casilla de aportación a la Iglesia Católica en nuestra declaración de la renta, a la que se pueden unir y se unen de hecho otras muchas personas que reconocen la aportación y el servicio de la Iglesia a la sociedad. Además con nuestra aportación económica en este día o asignando una cantidad fija para el sostenimiento de nuestra Iglesia.
Nadie niega que España es un Estado laico. Basados en este hecho, algunos partidos políticos defienden en sus programas la denuncia de los acuerdos Iglesia-Estado, que han venido siendo un marco de convivencia más positivo que negativo y han supuesto un mejor servicio a los ciudadanos españoles en el ámbito de la sanidad, la educación, los servicios sociales… Si creen que esto beneficia al pueblo y hay consenso, denúnciense, pero “teniendo en cuenta que la verdadera laicidad es respetuosa con las opciones de los ciudadanos, sean o no creyentes. Y el Estado, que nunca puede sustituir a la sociedad, de naturaleza plural, está al servicio de la misma sociedad que le precede” (César Franco). Mejor que denunciar, digo yo, negociar, que en la negociación se saca más que en la diatriba, porque de otro modo los servicios sociales gestionados por la Iglesia en bien de los ciudadanos, podrían sufrir un grave perjuicio para muchos españoles. No creo que sea eso lo que se pretende. Conviene que nos aclaremos.
