Hay personas que no solo pasan por la vida: la ensanchan, la custodian y la entregan a los demás con generosidad.
José Manuel Herrero “Michel” fue una de ellas.
Dicen que te has ido, Michel, pero los que hemos disfrutado cuerdas y escenarios contigo sabemos que los músicos jugáis con ventaja en esto de la despedida.
Tenéis ese extraño privilegio de la ingravidez. El resto de los mortales necesitamos soportes, piedras, papeles o estructuras para dejar huella. Tú no. Tú elegiste el oficio de lo invisible.
Tu fallecimiento deja un silencio hondo en Segovia y en todos los que amamos su folclore, pero también una herencia inmensa, hecha de música, investigación, amistad y compromiso. Hablar de Michel es hablar de décadas de dedicación incansable a la cultura popular segoviana, entendida no como una pieza de museo, sino como algo vivo, compartido y profundamente humano.
Formaste parte de colectivos que hoy son presente de nuestra música tradicional: la Ronda Segoviana, La Esteva, la Tuna, la orquesta Cuerda para Rato, Tutto Voce, entre muchos otros proyectos en los que siempre aportaste rigor, entusiasmo y una enorme capacidad de trabajo. Entre todos ellos dejaste tu huella, no por protagonismo, sino por amor sincero a la música y a sus raíces.
Nunca fuiste un hombre de listados ni de medallas, aunque te las dieran. Eras, en la acepción más económica y valiosa del término, un “activo”. No un pasivo que acumula historia, sino un activo cultural que generaba valor con su sola presencia. Eras un referente, y los referentes no se explican en un folio; se sienten. Eras el badil que removía el fuego para que otros se calentaran, el cimiento rítmico sobre el que otros bailaban. Avivabas la tradición y la combinabas de forma alegre, atrevida y única.
Fuiste también un gran investigador, de los que escuchan antes de hablar, de los que preguntan a los mayores, anotan, comparan y rescatan coplas, melodías y tradiciones que, sin tu empeño, se habrían perdido para siempre. Gracias a personas como Michel, hoy Segovia puede reconocerse en su propia voz y en su propia memoria musical.
Pero más allá del músico y del investigador, quienes tuvimos la suerte de llamarte amigo sabemos que tu mayor valor estaba en lo personal. Tu cercanía, tu conversación serena, tu ironía discreta, tu capacidad de compartir conocimientos sin alardes y tu fidelidad a los tuyos hicieron de ti alguien profundamente querido. En lo personal pierdo a un buen amigo, y con él se va también una parte de mi propia historia.
Hoy la música segoviana está de luto, pero también de gratitud. Porque tu legado seguirá sonando cada vez que una ronda recorra las calles, cada vez que una cuerda vibre, cada vez que alguien cante una canción aprendida gracias a tu trabajo, a tu paciencia y a tu amor por lo nuestro.
Por eso, amigo, no vamos a leer tu biografía para recordarte. Nos basta con escuchar ese zumbido constante que has dejado en el aire. No hace falta soporte. No hace falta currículum. Solo hace falta afinar el oído… y el corazón porque si los sonidos son de envergadura tu talla humana es de aúpa. Así que -de nuevo- elegiste claramente crear un ejemplo que no necesita ruido.
Nuestro recuerdo más cariñoso y nuestro abrazo más sincero para tu familia, que ha compartido generosamente con todos nosotros tu tiempo, tu esfuerzo y tu pasión. Que encuentren consuelo en el inmenso respeto y el profundo cariño que Segovia entera siente por ti.
Descansa en paz, Michel
Tu música y tu memoria ya forman parte de lo que somos.
