Quiero cerrar el capítulo del demonio colocado en la calle de San Juan, para demostrar que no es la representación del tal demonio sino la de un fauno o sátiro, que son entes mitológicos.
En su acepción libidinosa los faunos o sátiros son genios o dioses de las religiones griega y la romana clásicas. Existen numerosas obras de arte que muestran a faunos y ninfas, o sátiros y ninfas en situaciones sexualmente sugerentes, copulando o en aptitudes aún más concupiscentes. En algunos casos son los sátiros y faunos quienes persiguen a las ninfas, en otros son las ninfas las que los persiguen y seducen. En algunas ocasiones se representan escenas de violación. O sea que los faunos son entes eminentemente lascivos que por lo general persiguen a las ninfas de los bosques para cohabitar con ellas. También se cita a las faunas como el femenino de fauno, aunque la apetencia de éstos se fije siempre en las ninfas.
El Demonio, Diablo, Satanás, Mefistófeles o Lucifer y más nombres que tiene, es un ángel caído del cielo a los infiernos por su soberbia al rebelarse contra su jefe que es Dios (o sea como Iñigo Errejón). Esto que es propio de la religión judaica fue traspasado a la religión cristiana por los evangelistas. Como tal ángel no tiene sexo (aunque a través de los exégetas lo hayan discutido) y de ahí la frase “El sexo de los ángeles” lo que significa algo así como discusiones bizantinas o sea porfías que conducen a nada.
Bien, pues el esperpento colocado en la calle de San Juan exhibe una buena “fuchinga” luego no puede ser un demonio ya que éste no ha de tener sexo, luego es un fauno o sátiro por tener el atributo masculino. Generalmente estos se representan de medio cuerpo para abajo con cuerpo de cabra y hacia arriba de cuerpo humano pero con cuernos de cabra. Luego queda demostrado que no es un diablo y sí quiere ser un fauno o sátiro.
El diablo al no tener sexo no existe el femenino de diablo que sería diabla; palabra que en el argot teatral es un aparato de iluminación portátil de los telones de los decorados del escenario de segunda fila que se llaman los forillos.
En la célebre leyenda de la construcción del acueducto por el diablo, éste lo que adquiere por el trato que hace con la moza del cántaro no son favores sexuales (ya que él no tiene sexo), sino su alma, que para mí es un plagio descarado de una idea de la genial obra Fausto cuyo autor es el personaje más grande de las letras alemanas, Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832).
En fin que parece que el escultor del fauno que se ha colocado en la calle de San Juan lo ha copiado del cuadro titulado Euterpe (musa de la música) del pintor suizo Jakob Emanuel Handmann (1718-1781), que aparece como estatua relamiéndose al contemplar la belleza de Euterpe.
Para concluir diremos que todas estas diatribas no son más que elucubraciones mentales de fértiles mentes imaginativas que en el mejor de los casos han dejado su impronta para la humanidad en forma de obras literarias, pinturas o esculturas y todo ello a lo largo de la historia desde la cultura griega clásica hasta nuestros días.
