Señora directora:
Antaño contó la leyenda que…
…una mujer aguadora cansada de cargar a diario largo trecho con el cántaro de agua potable para satisfacer las necesidades de su familia normal y política, vendería su alma al diablo si la construía en una noche un acueducto, pero, el diablo perdió la apuesta, pues, le faltó que poner una piedra y se quedó sin el alma de la moza aun habiendo hecho el acueducto de piedra.
Hoy cuenta la leyenda que…
…otra mujer cansada de acarrear a diario el viacrucis envenenado de tener que pactar con ediles opuestos a sus condiciones políticas, le haría una estatua de bronce enorme al diablo y la colocaría al lado de una Virgen en la calle San Juan si la quita esa cruz en las próximas elecciones. Esta vez el diablo sale ganando, pues, cumpla o no con la petición de la regidora, para que Satanás vea que va en serio, colocará la estatua antes de los comicios. El resto de la leyenda lo van a escribir las urnas, de todos modos, ya sabemos cómo es Lucifer, dirá que sí, pero, se venderá al mejor postor, veremos a ver los demás concejales qué le ofrecen.
Dice el refrán castellano que, “cuando el diablo no tiene nada que hacer con el rabo mata moscas”.
Quién la mandaría a la alcaldesa Clara meterse en estos enjuagues. El dinero del contribuyente no se gasta haciendo ofrendas a Satán dividiendo a la ciudadanía en los altares de la religión .
Ahora, y a falta de seis meses de los comicios, a la regidora se la llena la boca con promesas que lleva escupiendo muchos años y siempre igual, como, la ley de dependencia, barreras arquitectónicas, filtros para que los segovianos tengan mejor transporte público, la discapacidad, accesibilidad en todos los terrenos, mejoras en previsión de nevadas y no volver a tener que madrugar para salir en la foto dando ejemplo y hacer la risión, etc.
Pero, eso sólo se queda en tentaciones y mentirijillas veniales que cree ser perdonadas con una leve penitencia en cuanto vuelva a ocupar el sillón.
Los segovianos no quieren milagros, quieren hechos. Menos leyendas en bronce y más realidad a las claras.
Sin embargo, no sé por qué se mete en estos ajuares, “mal se le pone el ojo a la yegua”.