El escritor Alejandro Jodorowsky presentó ayer su nuevo libro ‘La vida es un cuento’ con una crítica hacia los nacionalismos, ya que a su entender las guerras son “un negocio encubierto por banderas patrias”. “Es una mercadería. Yo soy una persona planetaria, vivo en una unidad mientras que los países son multiplicidad. Tarde o temprano todos nos uniremos en una raza única, con un idioma único y la tradición estará en un museo”, respondió en la rueda de prensa en el Instituto Francés de Madrid.
Así, el escritor instó a todas las personas a hacer uno de sus famosos ejercicios, dibujando por un lado la bandera nacional de cada uno y por el otro la bandera “personal”. “¿Cuál es tu bandera personal? Observa las dos y ve descubriendo lo que hay de distinto. Eso de que todos somos iguales es una doctrina venenosa”, afirmó. Por ello, pidió que las personas sean “distintas, pero colaborando”. “He venido al mundo para dar mi punto de vista, porque nadie en la eternidad va a tener el mismo punto de vista”, añadió el escritor, con una llamativa herida en la frente producida durante el rodaje en Chile de su próxima película ‘Poesía sin fin’.
‘La vida es un cuento’ es una recopilación de cuentos de Jodorowsky, algunos de ellos ya publicados y otros inéditos. Tal y como explicó el mismo el autor, se trata de una obra que muestra su faceta “transpersonal”, donde el escritor no opta por ningún estilo en concreto. “Empiezo con un cuento sobre la eternidad y termino con otro pornográfico, pero también hay autobiografía, cómica, de terror o policíaca. El estilo define a una persona, rompámoslo, no tengamos estilo y seamos todos los estilos”.
En este sentido, desarrolla la idea de ser “un bonsai liberado”, según se definió mediante este árbol que le dio la idea de un cuento. “Me regalaron un bonsai, un día le dije a mi mujer que dejara de cortarle las ramas y creció, era un bonsai liberado y nosotros somos como ellos: estamos encerrados”, subrayó el autor.
El escritor chileno se mostró muy “optimista” respecto al futuro, ya que “el mundo no se va a acabar y se terminarán las guerras”, si bien cree necesario “cambiarlo todo”, empezando por los dirigentes. “Los presidentes son monos, muñecos de ventrílocuo incapaces de cambiar el mundo. Hemos tardado 30.000 años para llegar a esta porquería, pero en 30.000 años será maravillosa”, añadió. En este sentido, lamentó que a sus 87 años no vaya a poder ver muchos de estos adelantos, aunque también está confiado en el futuro “alargamiento de la vida”. “Yo sé que voy a morir y lo acepto, pero como en el cuento, no sé qué hay después de la muerte porque aún no he llegado”, bromeó.
“Interiormente no tengo edad, es un mito, porque el envejecimiento es corporal pero no mental”, afirmó, recordando también la importancia de los hábitos saludables para “tener un plan de vida largo”. Asimismo, respecto a la filosofía vital, entiende que en el futuro habrá “vasos comunicantes” entre Oriente y Occidente.
Preguntado sobre el papel que deberán ejercer los artistas, insistió en no buscar la admiración. “Yo deseé ser famoso y lo conseguí, pero ¿de qué me sirvió? Mi hijo falleció a los 24 años de una sobredosis. Desde entonces, no he vuelto a hacer un arte ególatra”, concluyó.
