Días de zozobra y angustia, de incertidumbre frente a un enemigo invisible que no concede tregua. Mientras permanecemos en casa esperando que algún día termine esta pesadilla, ahí fuera, miles de profesionales velan por nosotros. Sanitarios, militares, fuerzas de seguridad del Estado, transportistas, científicos, limpiadores, farmacéuticos, comerciantes autorizados y voluntarios, colaboran con valor admirable, en algunos casos doblando turnos hasta el agotamiento. Son nuestra punta de lanza, son nuestros ángeles de la guarda que se juegan su propia salud por los demás, merecen por tanto todo nuestro apoyo, solidaridad y ayuda, ésto es cumpliendo con las normas dictadas por el Gobierno.
Hoy más que nunca hay que transmitirles apoyo y decir que sin ellos no habría salida de este callejón largo y oscuro, que dejaremos atrás antes o después. Es reprobable la actitud de algunos desaprensivos que con su conducta irresponsable, echan por tierra todo este esfuerzo colectivo. Ante todo ánimo para aquellos que de forma directa o cercana sufren esta enfermedad, que recuerda una premonición bíblica, un mal anunciado por visionarios que ahora acude a nuestra memoria. Finalizo estas líneas con un ¡ bravo por ellos ! porque sois héroes, gracias por vuestra labor.
