¿Cómo es posible cometer tanta indecencia, ocultando, falseando y mintiendo del número de fallecidos? Cómo es posible que el Instituto Carlos III hable de 43.000, las funerarias de 44.000, el INE de 48.000 y el Gobierno y Sánchez digan que hay 27.127? Cómo es posible que la Organización Mundial de la Salud, que facilita los datos recibidos directamente del Gobierno de España, diga que en España hay 29.858, mientras que Sánchez le dice a los españoles que hay 27.127? ¿Cómo es posible que Sánchez diga el miércoles en el Congreso, que “llevamos dos días sin fallecimientos”, cuando en realidad las CCAA habían informado que se llevaban 37 muertos?
El mitómano o mentiroso compulsivo, crea una realidad alternativa, su realidad, y día a día tiene que hacer un gran esfuerzo para seguir manteniendo ante su “grupo” el edificio que ha ido construyendo y, esto lleva a lo que los expertos denominan “el círculo vicioso de la mentira”. Desdecirse de una mentira o, incluso pedir perdón por la misma, puede costar, pero no es un gran problema. Pero cuando se empieza con una mentira, y para justificarla sobre ella se va construyendo otras mentiras, una tras otra, el edificio crece, y ante esta situación decir ya la verdad y reconocer la mentira se convierte en algo imposible. La propensión a mentir compulsivamente, el mentir directamente, revela la baja autoestima que uno tiene sobre sí mismo ante el temor de que los demás vean la realidad de lo que uno es.
Sánchez es un mentiroso compulsivo y a la hemeroteca me remito para ver la cantidad de afirmaciones o negaciones que ha dicho, para días o meses después, hacer lo contrario de lo que decía.
Sánchez basa su gestión política en la mentira, y eso lleva ineludiblemente al engaño de los españoles. Sánchez no es de fiar, quiere proyectar un yo de sí mismo y de la situación española, que no es real, un yo que muestra una imagen hinchada de lo que él piensa o le gustaría ser, pero que no existe. Su conducta permanente de mentir y de engañar a los españoles es un mecanismo compensatorio de su inseguridad personal. No puede evitar ya mentir y por ello se convierte en una persona con una conducta adictiva, en un hábito, en una forma de vida. Pero este hábito no es algo que no lo pueda evitar, sino que es plenamente consciente de lo que está haciendo. Todo esto le lleva al engaño, pues entra en un bucle de mentiras mantenidas en el tiempo, cada vez más complejo de mantener por el miedo a ser descubierto.
El que una persona sea mentirosa compulsiva es un grave problema para él y para los que le rodean, pero cuando es el presidente del Gobierno de España, es un gravísimo problema para todos los españoles.
El cúmulo de mentiras y engaños en su trayectoria política es absolutamente proporcional al tiempo que va pasando como presidente del Gobierno. El edificio político de la mentira de Sánchez, es decir su círculo vicioso de la mentira, cada vez es mayor. Para Sánchez su objetivo, su misión, como político responsable que debiera ser, no es construir una España mejor, sino construirse en su ego imaginario el relato de su epitafio final.
Pero la historia, la verdadera historia pone a cada uno en su lugar y a él, le pondrá donde le corresponde. Y en su epitafio pondrá: en sólo dos años, fue el peor presidente del Gobierno de España y el que mintió descaradamente a los españoles.
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(*) Diputado de Segovia por el PP.
