La esperanza es un estado de ánimo optimista basado en la expectativa de resultados. ¡Qué bonita es la definición cuando la resolución de lo acontecido es favorable! Pero, hasta que eso se produce, la tensión está a flor de piel; y en el deporte, para bien o para mal, tal situación está a la orden del día.
Comencemos por el balonmano, con el Viveros Herol Nava. Aquí la espera es muy gratificante porque, a falta de cuatro jornadas, cantar el alirón y el ascenso a la liga Asobal se pinta verde. Los cromos que faltan para llenar el álbum son de gran valía y prácticamente la suerte está echada. Si juntamos el cuadro de jugadores de este equipo y el ejército de un pueblo que lucha con ellos, el desenlace es maravilloso a la par de espectacular.
Continuemos con la Gimnástica Segoviana C.F. Ahora está en la tercera posición, cuando quedan seis jornadas para el final de la liga regular. Tiene dos contrincantes delante a un punto y otro detrás a siete, todos con muchas ganas de quedar primer, como es lógico; pero la Sego se agarra con fuerza pensando que lo puede conseguir, aun reconociendo que los rivales son complicados. La incertidumbre está servida. Como mal menor estaría la consolación de jugar la promoción.
Seguiremos con el C.D. La Granja. También a falta de seis jornadas, si bien en el otro extremo de la clasificación rozando los puestos de descenso. Teniendo una plantilla con los recursos deportivos suficientes para mantenerse en la categoría no debería preocuparse, pero una cosa es querer y otra que aparezcan elementos inesperados, como los diez partidos de su mister, y te compliquen la existencia.
Finalmente, al Naturpellet Segovia solo le quedan dos partidos para acreditar que su extraordinaria historia le debería mantener en la división de honor del fútbol sala, y ello solo pasa por ganar los dos. Aquí es cuando la esperanza hay que mantenerla con más ímpetu y esperar también a que, si eso sucede, aparezcan valientes que se echen el club a la espalda.
