Me gustaría regresar al futuro, como la película en la que Michael J. Fox nos hizo pasar ratos inolvidables. Así podría estar más tranquilo para saber qué va a suceder con la Gimnástica Segoviana en los próximos días, semanas, meses y temporada. Entre tanto, no tengo más remedio que armarme de paciencia y pensar en positivo. Salvando las enormes distancias, una cosa más en qué preocuparme además del dichoso coronavirus.
En mi película particular, me agradaría en cantidad que la Sego ascendiese a Segunda B. Nos lo merecemos casi todos, describiendo los potenciales beneficiarios de tal alegría: equipo de jugadores, cuerpo técnico, junta directiva, socios, patrocinadores, aficionados asiduos a La Albuera y segovianos de buena voluntad. He dicho ‘casi todos’ porque aún quedan individuos de ralea indefinida que, a pesar de ser segovianos, reniegan de algo que signifique un progreso para la ciudad, aunque sea fútbol.
En la encrucijada mental que nos encontramos, tenemos además a la vista, nuevas elecciones a la presidencia del club y consiguientemente nueva junta directiva; si se presenta alguien, claro está. Todo está por ver. El presidente actual, Agustín Cuenca, conformó una junta que ha sabido realizar una labor muy exitosa; pero, ante chilindrinas en relación a un proyecto de conversión en S.A.D., se amilanó dicha junta y, comanditariamente, decidió que ‘hasta aquí las han segao’. Conclusión: cuando acabe la temporada, cada uno a su casa y Dios en la de todos. Y los que estamos a partir un piñón con ellos, nos quedamos ‘compuestos y sin novia’. Y es una pena; porque si ascendemos, esta gestora conoce perfectamente los entresijos de militar en esa categoría superior. Y si no logramos el ascenso es la mejor junta para enlazar el inminente inicio de la próxima temporada.
En resumen: entre tanto caos que nos toca vivir, que el futuro de la Gimnástica se pinte de verde esperanza; y si es con la junta de Agustín, pues mire usted, mejor que mejor.
