Sí, vive, aunque para el mundo falleciera el 22 de agosto de 1969, hace exactamente cincuenta años. Resulta sintomático, y no de meras casualidades, que tan solo unos pocos meses separen el cincuentenario de su muerte y el centenario de la fundación de su más preciado logro, la Universidad Popular, de la que fue uno de sus más activos impulsores. Quizá la coincidencia temporal sea obra del Espíritu, ese en el que Quintanilla tanto creía. “Nuestras vidas son fugaces llamitas que el menor viento sofoca, más el fuego que las enciende, el don divino del espíritu, no ha de apagarse nunca” escribió en determinado momento nuestro personaje. Esas creencias le ayudaron posteriormente a superar sin rencor el sufrimiento al que sería condenado en tiempos oscuros.
Mariano Quintanilla vive decididamente en el recuerdo de quienes le conocieron; vive, sobre todo, en sus escritos, en sus 62 trabajos publicados en “Estudios Segovianos”, en los 56 documentos históricos transcritos en esa revista y en muchas colaboraciones publicadas en otras revistas, colecciones varias y diversas publicaciones, sin olvidar su libro de poesía “Poemas de Ayer”. Vive también, justo es decirlo, en el Instituto de Enseñanza Secundaria que lleva su nombre, donde siempre ha habido profesores que han mantenido su recuerdo y han sabido transmitirlo a las generaciones de alumnos que allí se han sucedido; en suma, que vive aunque muriese hace cincuenta años.
Su muerte no hizo más que consagrarle como uno de los ocho o diez segovianos más importantes del siglo XX; él mismo, junto con Teófilo Hernando, el Marqués de Lozoya, Agapito Marazuela, Nicomedes García, Cándido López y unos pocos personajes más componen un cuadro de segovianos excepcionales, cuyo magisterio en muy diversos ámbitos ha enriquecido nuestra tierra y a quienes les hemos sucedido habitándola. La ya citada fundación de la Universidad Popular, la salvación de la iglesia de San Quirce, la aparición de “Estudios Segovianos” o la edición crítica de la Historia de Segovia de Colmenares –de la que en ocasiones se ha dicho, con plena justicia, que era la “edición Quintanilla”-, son hechos que elevan a nuestro personaje por encima del olvido. En aquellas tareas, y en otras que acometió, no estuvo solo, sino que fue secundado por muchas personalidades que le prestaron su ayuda, a las que supo involucrar y que serán recordadas especialmente en los actos del centenario de la Universidad Popular.
Contó siempre con el apoyo de su familia, a la que adoraba; a ese respecto resulta emocionante apreciar el orgullo con que Quintanilla habla de bodas, estudios y oposiciones de su hijo e hijas, en carta a María Zambrano, en la que le informa de esas circunstancias familiares.
Hoy afortunadamente disponemos de abundante bibliografía sobre Quintanilla, de modo que quien quiera profundizar en su figura tiene suficientes recursos disponibles al alcance de la mano; imprescindibles resultan los artículos incluidos en “Estudios Segovianos”, tomos XXI y XXII (1969 y 1970), números 62 a 64, dedicados monográficamente a él. Uno de esos artículos es obra de González Herrero, quien después reelaboró su trabajo para incluirlo en su libro “Cinco cronistas para un pueblo”, de 1986, estudio que posteriormente ha sido reeditado en más de una ocasión. Muy completa es la biografía “Mariano Quintanilla, un segoviano ilustre”, de José Luis Martín Herrero, editada por la Diputación Provincial en 1996; delicioso el breve epistolario entre Quintanilla y María Zambrano, publicado por José Luis Mora en 2010, al que pertenece la carta que citábamos, y verdaderamente oportuna, este mismo 2019, la reedición por el Ayuntamiento de Segovia del libro “Antonio Machado en Segovia. Vida y Obra”, de Pablo de Andrés Cobos, que incorpora muchos detalles sobre don Mariano. A todos esos autores y a otros articulistas, investigadores y periodistas que posteriormente han escrito sobre nuestro personaje, los segovianos también les debemos sincera gratitud.
Un ámbito muy concreto –y poco difundido- de su actividad intelectual fue su aportación a los estudios sobre la Virgen de la Fuencisla, lo que se pondrá de manifiesto el próximo 17 de septiembre, en un sencillo acto en el Casino de la Unión, en convocatoria organizada por la Real Cofradía de Nuestra Señora de la Fuencisla, a la que Mariano Quintanilla perteneció.
“Su nombre –decía de Quintanilla González Herrero, con muy bellas palabras- queda unido para siempre a la cultura segoviana y será recordado por las generaciones en tanto haya entre nosotros un estudioso. La luz de su espíritu permanece y permanecerá encendida en esta ciudad”. Pues eso, que vive.