En 2019 alcanzaré uno de mis sueños profesionales con la publicación de un libro sobre la Gimnástica Segoviana. Será el final de un viaje que comenzó en 2008 y que, después de varios intentos, retomé hace ahora dos años y medio para abordarlo de manera definitiva. Me produce cierto rubor utilizar esta columna para hablar de algo mío, pero está siendo una experiencia de tal calibre, que me apetece compartirlo en este foro.
Escribir un libro es una tarea titánica, y quiero aprovechar para mostrar mi admiración y apoyo hacia todos los que han publicado, o como yo, están en ello. Son varios los que han trabajado o trabajan en publicaciones sobre el deporte segoviano. Hay docenas de historias que merecen ser contadas, y que perduren.
Este trabajo brotó de las cenizas de un revés profesional, lo que confirma la teoría de que los proyectos vitales suelen suceder a las situaciones menos favorables. En todo este tiempo he tenido la oportunidad de retomar el diálogo con personas que me han demostrado afecto años después de nuestro primer contacto, y conocer detalles fascinantes de una institución que sigue viva por el empeño de una ciudad y sus gentes. Segovia suele mostrar una indiferencia relativa hacia la ‘Sego’ porque, independientemente de la referencia temporal e histórica de la Gimnástica que se tome, cada lunes la gran mayoría de los segovianos saben el resultado del equipo de la ciudad. Eso es mérito de los excelentes cronistas deportivos que han seguido y siguen al equipo, y también de ese apego por lo propio que tenemos que hace que nos importe lo nuestro, pero distraigamos nuestro afecto competitivo por otros colores que compitan en otras plazas de más brillo.
Es difícil encontrar una familia en la ciudad que no tenga un pariente lejano, o cercano, que no haya jugado en la Gimnástica en algún momento de su vida, y eso da pie a un estudio sociológico que abordaré a la finalización de este proyecto. Un trabajo que hubiera sido imposible sin la participación de varias personas, que serán reseñadas en su momento con toda la fuerza que merecen. Por cierto, sigo abierto a la recogida de documentación de todo tipo para completar el libro. Que nada se quede en el cajón de los recuerdos.
