El reglamento de Protocolo, Honores, distinciones y ceremonial del Ayuntamiento de Segovia contempla, entre otras muchas consideraciones, reconocimientos posibles para los segovianos que acrediten méritos suficientes como para merecerlos entre los que están: nomenclaturas de edificios, vías y plazas públicas o medallas al mérito cultural y al mérito deportivo de la ciudad.
La Gimnástica Segoviana cumple el 28 de junio de manera oficiosa -no aparece un documento que así lo acredite – la significativa cifra de noventa y dos años y no tiene, que se sepa, reconocimiento alguno por parte de la ciudad. La gran mayoría de familias de Segovia –y parte de la provincia– tienen vinculación con el club porque alguno de sus integrantes ha formado parte de la sufrida parroquia azulgrana bien como jugador, entrenador, puede que directivo o hasta de presidente.
Hay pocas instituciones, no digamos personas, más longevas que la Gimnástica en la capital y pocas de ellas han pasado por momentos tan complicados, lo que convierte en excepcional su supervivencia. Solo por la perseverancia merece un cariño por parte de la ciudad. Es cierto que el Ayuntamiento, de una u otra manera, ha sido garante de la continuidad de la entidad, y que en los peores momentos no ha dejado de lado a la Gimnástica, pero a estas alturas quizá proceda un impulso extra que coloque a la Sego en un lugar de honor de una ciudad que tampoco tiene una legión de referentes.
Es necesario un movimiento popular que reclame un honor para la Gimnástica, y no entro a valorar si merece una calle, una rotonda, el nombre del estadio o una medalla. Quizá deban ser los políticos los que pongan la maquinaria en marcha que por algo representan a la ciudadanía y son los que, además, deben validar en Pleno el reconocimiento. No hace falta esperar a que el club cumpla cien años para que le hagan un regalo a propósito del festejo. Seguro que habrá tiempo de celebrar otras cosas por entonces.
