Un día después de la tragedia, las dimensiones de la destrucción causada por el seísmo de 8,8 grados en Japón comienzan a conocerse y ya se cifran en al menos 1.700 los muertos o desaparecidos y más de 300.000 los ciudadanos que han sido evacuados.
El Gobierno nipón decidió ayer desplegar a 50.000 militares para atender las tareas de rescate en una amplia franja de su costa oriental, golpeada por el fuerte seísmo y el también devastador tsunami del viernes, que arrastró todo a su paso.
La magnitud del suceso cobró ayer más fuerza, si cabe, cuando una fuerte explosión en la central atómica de Fukushima (norte de Japón) desató la alarma y llevó a evacuar a decenas de miles de personas ante el temor de una fuga radiactiva, aunque el Ejecutivo se apresuró a asegurar que no fue un accidente nuclear.
El suceso se produjo en la planta1 de Fukushima, a unos 270 kilómetros al noreste de Tokio, cuando varios empleados trataban de enfriar uno de los seis reactores de la central, cuyo sistema de refrigeración se vio dañado por el temblor. El edificio de contención que albergaba un depósito de acero con el reactor se vino abajo a causa de la explosión, que dejó una enorme columna de humo visible a decenas de kilómetros.
En los primeros momentos cundió la alarma, entre la incertidumbre y el temor a que hubiera estallado el propio reactor nuclear, pero tras las primeras inspecciones el Ejecutivo afirmó que la explosión se había producido fuera.
El ministro portavoz, Yukio Edano, adelantó que el origen del accidente fue una reacción química de oxígeno e hidrógeno, y minimizó la posibilidad de una fuga al insistir en que el depósito de acero que recubre el reactor no había resultado dañado.
Las autoridades habían ordenado sacar a 46.000 residentes en un radio de 10 kilómetros de la central, pero en el momento del accidente había aún unas 800 personas en la zona, y posteriormente aumentaron el área de evacuación a 20 kilómetros. Cuatro trabajadores de la planta resultaron heridos en la detonación, aunque ninguno de ellos está grave.
Un accidente de estas características se trataba de evitar desde que el viernes el violento terremoto sacudió Japón y cortó el flujo de energía eléctrica y el motor diesel de emergencia de la central de Fukushima. La falta de energía paralizó el mecanismo de refrigeración de la planta, que cuenta con seis reactores de agua en ebullición, lo que hizo que los niveles de radiactividad fueran hasta mil veces superiores a lo habitual en una de las salas de control.
Pese a ser un país extremadamente preparado ante los terremotos, especialmente las infraestructuras como las centrales nucleares, Japón se vio desbordado por la gran intensidad del temblor de ayer, el mayor del que se tiene constancia en el país.
Tal y como establece el protocolo de seguridad nipón, las once plantas de energía atómica de las zonas azotadas por el seísmo paralizaron de forma automática su actividad, por lo que el Gobierno se vio obligado ayer a instar a los ciudadanos a ahorrar energía para evitar cortes en el suministro.
«Sin precedentes». La alarma nuclear se suma a la desesperante situación que vive el territorio, donde miles de personas vagan por las calles tras perder sus casas y muchos de ellos aún tratan de tener noticias de sus seres familiares y vecinos.
El primer ministro japonés, Naoto Kan, calificó lo ocurrido como un desastre «sin precedentes» para su país y reconoció que el tsunami posterior fue mucho mayor de lo esperado, con olas de hasta 10 metros de altura.
Miyagi, Iwate y Fukushima son las provincias más afectadas por el temblor de mar y tierra, que ha llegado a borrar del mapa a pueblos enteros. A las imágenes de olas adentrándose en el territorio nipón, incendios en multitud de edificios e incontables destrozos se sumaron ayer los rostros de la tragedia. El último cómputo oficial habla de 620 muertos y 650 desaparecidos, pero los medios japoneses los incrementan hasta 1.700 víctimas confirmadas, que no dejan de aumentar.
En cinco provincias de la costa oriental del archipiélago nipón, más de 300.000 personas han sido evacuadas mientras se calcula que 3.400 edificios están destruidos.
