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Japón lucha contra su peor crisis desde la II Guerra Mundial

por Redacción
14 de marzo de 2011
en Internacional
La ciudad de Onagawa ha quedado prácticamente destruida. / Reuters

La ciudad de Onagawa ha quedado prácticamente destruida. / Reuters

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Japón levantó ayer la alerta por el terremoto y posterior tsunami que conmocionó al mundo el pasado viernes, pero fue en aumento la preocupación por la situación en las centrales nucleares, en especial en Fukushima, donde se luchaba contra los reactores sobrecalentados. El primer ministro nipón, Naoto Kan, comparecía ante los medios de comunicación para dar un mensaje de calma a la población, asegurando que está convencido de que serán capaces de superar esa crisis, pero calificándola como «la peor que ha sufrido el país desde el fin de la Segunda Guerra Mundial». Además, las dramáticas cifras de afectados continuan subiendo, y la Policía reconoció que el número de muertos podría ascender a más de 10.000, mientras el Ejército desplegaba 65.000 efectivos para ayudar en las tareas de rescate.

En su discurso, Kan también habló de la situación en las centrales nucleares, donde estaban puestas todas las miradas tras la explosión de la planta de Fukushima. Así, el primer ministro nipón quiso dejar bien claro que la situación no es comparable al desastre que ocurrió en la ciudad ucraniana de Chernobil en 1986. «Estamos trabajando para impedir que los daños se extiendan», añadía.

Y trabajaban en ello: las autoridades intentaban desesperadamente evitar que las barras de combustible de los reactores atómicos dañados se sobrecalentasen, ya que podría provocar que el contenedor que aloja el núcleo se fusione o incluso explote. Para ello, se inyectó en los reactores agua de mar a presión para enfriar de manera natural el material radioactivo. Y es que los generadores que alimentan el sistema de refrigeración automática quedaron completamente destruidos por el terremoto y la posterior ola gigante.

Si el proceso fracasara, el coste humano dependerá de la eficacia del proceso de evacuación. Por ello, más de 180.000 residentes tuvieron que trasladarse a una zona de seguridad, a 20 kilómetros de la central. Sin embargo, se tiene constancia de que al menos 19 personas estuvieron expuestas a la radiación.

Además, se declaró el estado de emergencia en otra planta nuclear, en Onagawa, por la elevada radioactividad que se detectaba en la zona. También preocupaba la situación de la central de Tokai, donde dos de los motores diésel que hacen mover el circuito de enfriamiento del sistema de refrigeración no estaban en marcha. Pese a ello, el sistema estaba en funcionamiento y no existía riesgo de sobrecalentamiento.

65.000 efectivos

Mientras, y en medio del temor a posibles réplicas del terremoto, los equipos de rescate continúan en la búsqueda incansable de supervivientes al devastador terremoto y tsunami. El Ejército desplegó hasta 65.000 efectivos por todo el país, y los helicópteros de la marina sobrevolaban las zonas afectabas y concentraban sus esfuerzos en la detección de incendios, particularmente en la ciudad de Miyako, donde siete focos estaban fuera de control.

Pero las perspectivas de víctimas resultaban desoladoras, ya que el balance total podría rebasar los 10.000 muertos, a lo que había que añadir un sinfín de residentes atrapados por las aguas. «Tenemos que afrontar la situación bajo la premisa de que la cifra de muertos será de decenas de miles», lamentaba el jefe de la Policía de Miyagi, completamente inundada por las aguas.

Estos 10.000 posibles fallecidos conforman más de la mitad de la población de Minamisanriku, donde solo un par de edificios permanecían en pie, una de las imágenes más tristemente icónicas de la tragedia. Además, cerca de 4.400 personas permanecen aisladas en las ciudades de Onagawa e Ishionomaki. Otra de las provincias más afectadas por el tsunami es Iwate, o Rikuzentakata, que está completamente arrasada, donde cerca de 5.000 hogares se encuentran bajo las aguas.

Sin embargo, entre las desoladoras cifras de víctimas y las devastadoras imágenes que dejaba Japón, quedaban historias de esperanza. Una de ellas la protagonizó Hiromitsu Shinkawa, un anciano de 60 años que fue encontrado en los restos del tejado de su casa mientras ondeaba una banderola roja. El hombre fue arrasado junto con su casa entera por la ola gigante que arrasó la región de Fukushima, pero logró aguantar dos días y ser rescatado.

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