He intentado evadirme para no escribir nada al respecto, pero el desasosiego interno que padezco yo y supongo la mayoría de los vecinos del Real Sitio, y cualquier ciudadano que sienta un poco de aprecio y cariño por la naturaleza y el medio ambiente, no me deja. Esta mañana al levantarme para ir al trabajo y oler toda mi casa a humo, me ha hecho recordar que tenemos que estar tristes ante la puñalada trapera que algún desalmado nos ha dado el domingo 4 de Agosto, y cada uno desde donde y como pueda, debemos arrimar el hombro ante estos hechos. Nuestro monte se quema.
Y digo nuestro monte se quema, porque es nuestro, suyo como segoviano, ciudadano español, europeo, y nuestro como Granjeños. Cuando a estos montes los reconocieron como Reserva de la Biosfera, es porque su valor ambiental es reconocido y necesitado a nivel mundial, o global, término que ahora se usa habitualmente. Por ello, quizás haya que revisar muchas cuestiones relacionadas con los montes y el medio-ambiente, ya que viendo y viviendo el incendio desde casi sus inicios y analizando como se gestionan incendios y montes, se me generan muchas dudas a esos respectos.
En primer lugar, los que andamos y vivimos habitualmente por el monte, estamos hartos de ver lo sucio que está, con montoneras de árboles caídos de las nevadas de años atrás, con montoneras de leña muerta tirada a diestro y siniestro, en los caminos y sendas con pinos secos por muchos lugares. Una masa forestal muy compacta que ante un episodio de fuego como el vivido ahora, pues la resolución de la ecuación no matemática, sino ecuación medioambiental, es clara la solución = El fuego perfecto.
Y de hecho así ha sido, puesto que la voracidad de las llamas que yo observé y casi sentía desde mi atalaya, era de tal brutalidad que se me encogía el corazón y el alma. Llegue a ver frentes de llamas de una altura aproximada a los 40-50 metros aprox. (como la altura de 3-4 veces un pino bien crecido). Esa intensidad de fuego era tal, que ni con todos los medios imaginables se podría contra él. Ardió como un tea en cuestión de minutos. El primer helicóptero de incendios llego como hacia las dos horas desde su inicio y ante la brutalidad de las llamas, era totalmente insuficiente. A las dos horas desde el inicio del incendio, la cantidad de monte quemado aún era moderada. Entre las dos horas y las cuatro horas, el incendio se propagó virulentamente monte arriba y hacía el norte, y la llegada de más efectivos aéreos seguía siendo insuficiente. A las seis horas desde el inicio, el despliegue de efectivos humanos, UME, medios aéreos era significativo, pero el fuego ya había llegado a las cumbres y casi hasta el Chorro.
La labor fantástica que están realizando los bomberos, la UME, Protección Civil, vecinos de la Granja, Valsaín, los helicópteros e hidroaviones, todo el mundo que está colaborando, a veces es ingrata y genera impotencia cuando no genera los resultados esperados.
Y yo me pregunto analizando todo lo que ví, observé y analice:
¿Si los medios de extinción que había a las seis horas, hubieran llegado a las dos horas, se hubiera podido evitar la quema de hectáreas de monte y pinar? ¿Sería posible acortar los tiempos de respuesta ante casos similares?
¿Si el monte estuviera igual de limpio que estaba hace años, cuando los lugareños vivían y trabajaban en él, los gabarreros, las limpias de leña muerta, buenos cortafuegos y caminos de acceso……., se hubiera podido gestionar mejor el incendio provocado?
¿Un proteccionismo exacerbado de ciertos entornos, a veces provoca efectos contraproducentes ante situaciones catastróficas?
¿Qué pasa por la cabeza de un individuo rufián como el que provocó el incendio, para siquiera pensar en cometer tal tropelía?
Después de escribir estas palabras, la verdad que no me siento mejor, la congoja que llevo dentro tardará en desaparecer, pero si con ello ayudo a reflexionar a quienes tienen la posibilidad de responder a esas preguntas, habré puesto mi granito de arena. “Alea Jacta est”.