La Selección Española que competirá en Rusia aúna experiencia y juventud, y también talento a raudales, personificado en esta época bajo el mando de Julen Lopetegui seguramente en la figura de Francisco Román Alarcón, Isco.
El centrocampista malagueño ha logrado en el combinado nacional lo que le está costando bajo el manto de la continua exigencia que supone vestir la camiseta del Real Madrid y apoyado en la fe que le tiene el seleccionador guipuzcoano, uno de sus grandes valedores, y de unos compañeros cuyo fútbol encaja a la perfección con el suyo, ha sido uno de los más destacados en estos casi dos años.
Considerado por muchos como el heredero de Andrés Iniesta, curiosamente para el de Arroyo de la Miel, Rusia será, a sus 26 años, su primera gran cita con La Roja pese a que lleva ya unos años demostrando unas cualidades futbolísticas de primer nivel, únicamente ‘entorpecidas’ por su en ocasiones falta de continuidad en el club madridista, donde, sin embargo, ya parece haberse asentado definitivamente tras ser titular en las dos últimas finales de Champions. Aún no lo estaba cuando Vicente del Bosque prescindió de él para la pasada Eurocopa.
Isco sólo tiene en su curriculum 27 partidos internacionales, casi cien menos que el de Fuentealbilla, uno de los supervivientes del triplete histórico y que tras esta Copa del Mundo se despedirá de su actividad internacional. El malagueño, en su madurez y mejor momento, está llamado a coger su testigo, por sus similares condiciones y tremendo talento.
Criado en la cantera del Valencia, fue en el equipo de su tierra, el Málaga donde comenzó a mostrar todas sus virtudes, también en la Liga de Campeones que disputó en 2012-2013 el conjunto malaguista, que rozó las semifinales, y donde era pieza clave pese a ser un veinteañero, eso sí reconocido ya con el ‘Golden Boy’ en 2012 e internacional absoluto, tras haber pasado por todas las categorías inferiores, desde principios de 2013.
El Real Madrid, ágil en su política de apostar por talento joven, le fichó en el verano de 2013, pero a Isco le costó entrar en el 4-3-3 de Carlo Ancelotti, aunque gozó de protagonismo cuando se lesionó Khedira y aprendió el oficio de jugar más retrasado y con más trabajo, similar a lo que hizo en su momento Clarence Seedorf en el Milan del de Reggiolo.
El doblete Champions-Copa no tuvo la recompensa de ir al Mundial de Brasil de 2014, pero tras el fiasco en el torneo, fue uno de los llamados a iniciar la regeneración con Del Bosque, mientras que en el Real Madrid la ‘BBC’ le seguía cerrando el paso. El tren de la Eurocopa de 2016 también se le escapó, pero todo cambió con la llegada de Lopetegui.
El técnico vasco le conocía a las mil maravillas, pero aún así no entró en las primeras convocatorias. Sí lo hizo en la del parón de octubre pese a apenas contar en esos momentos para Zinedine Zidane y el nuevo seleccionador fue claro: “No puedo ocultar que Isco me gusta y que creo en él”.
El malagueño replicó a esa confianza con su mejor fútbol y se convirtió en pieza importante del centro del campo junto a Iniesta, Silva, Koke y Busquets. Su culmen, el ‘hat-trick’ ante Argentina el pasado mes de marzo en la goleada por 6-1. “Cuando no tienes protagonismo en tu equipo, los partidos con la selección me dan la vida”, aseveró esa noche el de Arroyo de la Miel, cuyo nombre, como el de Iniesta, empieza a ser coreado en los estadios de fútbol.
