El 26 de noviembre de 1504 moría en Medina del Campo Isabel I de Castilla. Su vida concluía 30 años después de ser proclamada reina en el atrio de la iglesia de San Miguel de Segovia, el 13 de diciembre de 1474. Una fecha, cuyo 550 aniversario celebra la ciudad que fue testigo de excepción. Un suceso histórico, que junto al descubrimiento de América, ha tenido resonancia universal. La atrevida empresa trasatlántica se debió al ímpetu político y a la visión cristiana de Isabel. La gran aventura americana expandió la cultura cristiana por tierras entonces desconocidas. Todo un continente despertó a una nueva civilización, que fundó ciudades, iglesias y universidades. Los habitantes de los territorios descubiertos tuvieron los mismos derechos que amparaban a los súbditos de la Corona de Castilla.
La reina Isabel I ha dejado numerosas huellas de su paso por Segovia y ella misma debió guardar siempre el recuerdo en su corazón. No pudo olvidar nunca que aquí fue proclamada reina de Castilla. Tampoco olvidó que el Alcázar fue escenario de sus primeros años de vida en la corte de Enrique IV; su hermano. En la insigne fortaleza parecen resonar aún las voces del pasado. Aquellos graves y emotivos momentos del Acuerdo de Gobierno, conocido como la “Concordia de Segovia”, cuyo nombre expresa la armonía entre los cónyuges reales, que fue la clave de un gobierno de éxito indudable. A través de los siglos, Segovia conserva numerosos elementos arquitectónicos de estilo isabelino. Blasones y fachadas, como los del convento de Santa Cruz, pregonan en silencio la impronta isabelina, de la reina católica.
El título de “Reyes Católicos”, les fue otorgado por el papa Alejandro VI, como reconocimiento por el servicio que prestaron a toda la cristiandad, acabando con la amenaza que el Islam suponía para toda Europa. En adelante, el título de “Católicos” lo usarían todos los monarcas que siguieron hasta el presente. Para Isabel no fue sólo una distinción papal. Poseía innumerables títulos reales por herencia. El nombre de “católica” (universal) era un apelativo justo por la proyección universal de su política. También, sin duda, por su vida ajustada a profundas creencias cristianas. Así lo demostró especialmente durante los últimos años de su fructífero reinado. Entonces, se agolparon graves contrariedades y desventuras, a causa de su propia enfermedad y especialmente al ver desbaratarse su proyecto de sucesión por los varios fallecimientos de quienes podían continuar trabajando por consolidar la unidad de España. Momentos difíciles que pusieron a prueba su virtud cristiana y la conformidad ante la voluntad divina. Lo demuestra el testamento conservado en el Archivo de Simancas: “(…) estando enferma de mi cuerpo de la enfermedad que Dios me quiso dar, e sana e libre de mi entendimiento…”. En su lectura se trasluce, tanto la mujer creyente, como la mujer reina. En ambos casos, sobresale la conciencia religiosa que examina su propia vida a las puertas del encuentro con el Juez supremo.
Entre los más señalados recuerdos de “la última hora”, destaca el sentido de la justicia. Al referirse a su deuda con Segovia, impresionan sus palabras al reconocer que se excedió en la concesión de mercedes a los marqueses de Moya, con el consiguiente perjuicio para la ciudad (de la que era propietaria). Fue una gratificación para corresponder al apoyo que recibió de ellos, cuando estaba en juego la propia sucesión. Lo demandaban la amistad y la necesidad y aquella “Segovia leal” prestó el servicio. De ello dependía la corona de Castilla, que al fin y al cabo, benefició a todos. Isabel lo reconoce en los siguientes términos: “las mercedes a los marqueses “emanaron de nuestra voluntad e las fezimos por lealtad con que nos sirvieron para aver e cobrar la suçesión de los dichos mis Reynos, según es notorio…” Añadiendo la restituyesen de pueblos y vasallos (Colmenares).
Este feliz acontecimiento que celebramos coincide con el 46 aniversario de la Constitución. Al que se une la primera visita como rey, de Felipe VI que enaltece la efeméride. Un motivo único para profundizar mejor esta gran Historia, con la serie de conferencias organizadas por el “Patronato del Alcázar”, en colaboración con la “Real Academia de Historia de España”, bajo el título “Isabel de Castilla, entorno cultural y legado simbólico”. Isabel y Fernando pusieron las bases del Estado moderno. Un hecho histórico resonante, germen de la España actual. Un extraordinario legado del que somos deudores y responsables de trasmitirlo a las siguientes generaciones.
