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¿Isabel I en deuda con Segovia?

por Miguel Ángel Herrero
7 de marzo de 2023
en Tribuna
MIGUEL ANGEL HERRERO
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La reciente inauguración de un busto de la reina Isabel I nos brinda la ocasión de recordar una de las páginas más brillantes de la formidable historia de España. Los investigadores más solventes consideran a los Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando de Aragón, como los artífices que conformaron el primer estado moderno europeo, hace más de 500 años. Y la fuerza de los hechos probados certifica que desde entonces Segovia ocupa un puesto de honor en la historia de España. Siendo protagonista de excepción de notables sucesos vividos por Isabel I, antes y después de ser nombrada reina de Castilla. Así lo atestiguan los más acreditados especialistas en el siglo XV, investigadores como Azcona, Suárez, Fernández Álvarez o Joseph Pérez. Acudimos, pues, a la historia, maestra de la vida, con sus luces y sombras, que invita a un juicio siempre prudente sobre las acciones humanas. Tomando los hechos sobresalientes de su vida hasta su proclamación como reina de Castilla en 1474, la joven Isabel estuvo sometida a dos intereses políticos opuestos. Por un lado, la política del rey Enrique IV, su hermanastro. Y por otro, los manejos de los nobles. Aunque, no puede olvidarse un tercer poder: la muerte, un factor inesperado capaz de anular a los anteriores.

La infancia de Isabel transcurrió en Arévalo junto a su madre y su hermano Alfonso. A los 11 años, el rey, su hermanastro la llevó a la corte establecida en el alcázar de Segovia. Ambos hermanos Isabel y Alfonso sufrieron las tensiones políticas entre los dos bandos contendientes. El príncipe Alfonso, dos años menor que Isabel, quedó bajo la tutela de los nobles. La situación de Isabel, separada de su hermano y sometida a la vigilancia del rey, sufrió una dura prueba que exigía de ella fortaleza de ánimo. Ese no fue el único obstáculo que se presentó en su camino vital. El siguiente fue el de su casamiento prematuro con Pedro Girón, el maestre de Calatrava, que debía aceptar innobles condiciones impuestas por el rey. El proyecto fracasó rotundamente por defunción súbita del anciano contrayente. En esta ocasión, la fortuna jugó a su favor y no se torció el camino de Isabel hacia la coronación en Segovia. En 1468, otro inesperado y doloroso suceso fue la muerte del príncipe Alfonso, a quien respaldaban los nobles como sucesor de Enrique IV. El joven príncipe celebraba su 14 cumpleaños en Arévalo, edad necesaria para reinar, pero súbitamente murió. Según algún cronista, fue causado por la peste “que por aquellos días azotaba la comarca de Ávila y falleció en Cardeñosa, aldea cercana a dicha ciudad, el día 5 de julio de 1468, después de varios días de sufrimiento” (p. 116 Azcona, Bac, 1964). Volvía así inesperadamente a despejarse el panorama de la joven Isabel de 17 años. Dotada de indiscutible inteligencia y visión clarividente comprendió lo que suponía para ella ocupar el puesto de su hermano, el príncipe Alfonso. Por lo cual, tomó el relevo y no opuso resistencia a ser considerada princesa heredera con el respaldo de los nobles que servían a su hermano. Lo confirman documentos en los que declara “Isabel, por la gracia de Dios, Princesa e legítima heredera subcesora en estos regnos de Castilla y León” (Azcona, p. 119).

El tiempo transcurría y se hacía necesario aclarar la legítima sucesión del rey. Los representantes de ambos bandos tuvieron conversaciones. Hubo negociaciones en Castronuño y en Guisando. Entre el 17 y 18 de septiembre de 1468, aquellos parajes fueron testigos de trascendentes acuerdos para la historia castellana. El lunes día 19, en la llamada Venta de los Toros se produce el acuerdo entre Enrique IV e Isabel. Por parte de Isabel reconocía de modo expreso la autoridad legítima de Enrique IV como rey de Castilla. Por parte del rey “posponía a su hija Juana de Castilla y reconocía como primera heredera y sucesora de sus reinos a Isabel” (Azcona, p. 126). Aunque no hay constancia documental, es posible que en las negociaciones se hablase del matrimonio de Isabel. De hecho se celebró en Valladolid, en la casa de Juan Vivero. La ceremonia civil fue el 18 de octubre de 1469 y al día siguiente la ceremonia religiosa, que requirió de una dispensa canónica por ser los contrayentes primos en segundo grado. Formalidad que no fue fácil de satisfacer, pero en ningún caso se invalidó el matrimonio. Al cabo de cinco años, en 1474 el 12 de diciembre, fallece en Madrid el rey. Hace tiempo que Enrique IV se encontraba muy desmejorado de salud. No es fácil conocer con seguridad la causa de la muerte. Por el contrario, abundan las fuentes narrativas ideológicamente contrarias.

La noticia de la muerte del rey no sorprendió a Isabel, conociendo la salud precaria de su hermanastro. Su reacción fue rápida. Ordenó celebrar las exequias fúnebres y actuó con prontitud y audacia para conseguir ser proclamada reina de Castilla. Escribió a las ciudades del reino, comunicándoles la muerte de su hermano y convocando a los procuradores para ser recibida como “vuestra Reyna e señora natural”. En las calles y plazas de Segovia resonó el grito ritual, “¡Castilla, Castilla, por la reina doña Isabel, y por el rey don Fernando, su legítimo marido!” Sorprende la prisa de Isabel por ceñirse la corona real; sólo dos días después del fallecimiento del rey y sobre todo en ausencia de Fernando. Ocurrió en otras ocasiones, las rápidas y firmes decisiones de Isabel muestran un carácter enérgico e independiente. No daba puntada sin hilo. Desde el principio dejó claro que no sólo gobernaría, sino que también estaba decidida a administrar justicia. Tal decisión era insólita en un tiempo, en el que esa facultad estaba reservada a los reyes, no a las reinas. Era, además, un detalle muy significativo que afectaba directamente a las competencias de Fernando. Trascurridos más de cinco siglos, sorprende contemplar tal capacidad resolutiva sin ceder un ápice en sus convicciones a favor del buen gobierno. Se le ha criticado injustamente por segregar de la Tierra de Segovia el sexmo de Casarrubios del Monte. Habrá quién conozca mejor el asunto. Un buen conocedor de archivos afirma que tales rentas le fueron donadas por su hermanastro en 1467, con la condición de reintegrarla a la corona cuando contrajese matrimonio. En todo caso, las luces de esta gran historia siguen brillando en Segovia.

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Edición digital del periódico decano de la prensa de Segovia, fundado en 1901 por Rufino Cano de Rueda

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