La selección de Irán afronta su quinto Mundial, el segundo de manera consecutiva por primera vez en su historia, tras sus experiencias en Argentina, Francia, Alemania y Brasil, gracias en buena parte a la confianza depositada en Carlos Queiroz que ha conseguido sacarle partido a la veteranía y juventud que se concentran en un combinado iraní, que busca una victoria que se le resiste desde el Mundial de 1998.
Irán no ha superado en ninguna de sus anteriores participaciones la primera ronda, aunque ya en Brasil hace cuatro años llegó a ponerle las cosas difíciles a la Argentina de Messi, aunque acabó con un punto y sin una victoria que ya ha logrado en el debut en esta edición, ante Marruecos con un tanto en propia puerta en el 95’.
En la Copa Asiática, las cosas tampoco han sonreído a los iraníes, que han sufrido para alcanzar las semifinales en las tres últimas ediciones, hecho que contrasta con los tres campeonatos consecutivos que logró en sus tres primeras participaciones (1968, 1972 y 1976) y después de haber estado entre los cuatro primeros en un total de ocho ocasiones.
De todos modos, la selección de Irán viaja a Rusia en una racha inmejorable después de una fase clasificatoria sin ninguna derrota, siendo la primera selección asiática en conseguir su billete después de clasificarse matemáticamente a falta de dos jornadas, muy por delante de Corea del Sur, y como la mejor del continente en el ranking FIFA, en la trigesimosexta posición.
Gran parte del mérito de los buenos resultados de la selección de Irán residen en su fortaleza defensiva, concediendo solo dos goles en los diez partidos de la última fase de clasificación, y especialmente en las figuras del guardameta Beiranvand y el central Pouraliganji.
Además, Carlos Queiroz ha conseguido combinar ese buen nivel defensivo con la siempre complicada tarea de dos goleadores de cierto nivel como Alireza Jahanbakhsh, pichichi de la Eredivisie con el AZ Alkmaar, y el joven Sardar Azmoun, del Rubin Kazan ruso. En el centro del campo está el exosasunista Masoud.
El ‘Van Nistelrooy’ iraní
“Si tuviera que compararle con alguno de los jugadores que he entrenado, tengo que decir que me recuerda a Ruud van Nistelrooy”. Así de contundente se expresó Carlos Queiroz en 2015 preguntado por Sardar Azmoun, cuando este era un veinteañero y anotó un gol en la Copa de Asia ante Catar.
Tres años después, este futbolista, que podría haber jugado al voleibol como su padre Khalil, internacional con la selección nacional, prefiere intentar emular al sueco Zlatan Ibrahimovic y ya lleva la nada desdeñable cifra de 23 goles en 31 partidos internacionales, todavía lejos de los más de 100 que marcó la gran referencia futbolística del país, Ali Daei.
Talentoso en su fútbol, Azmoun es la principal referencia ofensiva de los de Queiroz en una cita donde podría ganarse una oferta para jugar en un equipo con más nombre que el del Rubin Kazan de la liga rusa donde también se curtió en el Rostov con el que jugó la Champions ante equipos como el Bayer, al que anotó un gran gol, o el Atlético de Madrid.
