Echando un vistazo únicamente a algunas sentencias de la Audiencia Provincial de Segovia del primer trimestre de este año motivadas por apelaciones a decisiones de otros juzgados, llama la atención que en no pocas ocasiones están motivadas por actos en apariencia banales: discusiones entre familiares, compañeros de piso, de estudios o hasta vecinos
Probablemente a principios de marzo algunos segovianos se vieron sorprendidos por la noticia de que el alcalde, Pedro Arahuetes, tuvo que leer públicamente una sentencia del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 3 de Segovia que le condenaba por injuriar al ex concejal del PP Ángel Sancho, fallo confirmado por la Audiencia Provincial.
Lo cierto es que este tipo de sentencias, y también las apelaciones, son relativamente frecuentes, aunque por lo general están protagonizadas por personas anónimas que probablemente desconocen el alcance legal de comportamientos que en otras ocasiones no llegan a los tribunales. Insultos, acompañados a veces de amenazas u otros actos intimidatorios son objeto de un buen número de juicios, en su mayoría de faltas.
Por ejemplo, la Audiencia confirmó el pasado 27 de marzo una sentencia del Juzgado de Cuéllar que condenaba a una mujer por una falta de injurias al considerar probado que llamó “maricón” a un conocido en un parque de Fuentepelayo en agosto del año pasado “sin que mediara provocación ni conste causa legítima”.
Tres días antes promulgaba otra sentencia, a raíz de la apelación de una pareja que había sido condenada por el Juzgado de lo Penal por delitos de atentado y resistencia a la autoridad y faltas de lesiones. En este caso, obviamente, una discusión con agentes de la Policía Local se fue de las manos.
Los hechos ocurrieron en mayo de 2009, a las tres de la madrugada y en las proximidades de una discoteca, cuando, al denunciar un vehículo mal estacionado, apareció el acusado. Al pedirle que retirara el automóvil y entregar la denuncia, la tiró al suelo “en actitud desafiante” y se negó a mostrar su documentación, añadiendo “no me toquéis los huevos”. A partir de ahí, la discusión derivó en una pelea, con la intervención de la mujer, e incluso, ante el bullicio que se formó en la calle, al verse rodeados de extraños, los policías locales se vieron obligados a pedir refuerzos.
Con mordisco
La noche, probablemente por el alcohol ingerido, es momento propicio para altercados como el que protagonizó una mujer condenada en un juicio de faltas. Ocurrió a las 4,30 horas de la madrugada de un día de abril de 2009, en un establecimiento de hostelería de la capital segoviana. La denunciante, que estaba con unos amigos, oyó que otra mujer, al pasar junto a ella camino del servicio, la llamó “puta” y, al requerirle la primera qué estaba diciendo, añadió “sí porque follas por dinero” para, a continuación, darle un mordisco en la nariz.
En otro caso, esta vez con absolución del denunciado, un hermano acusaba a otro de injurias, por llamarle “cabrón y estafador” en la plaza del pueblo.
A una multa fue condenada una vecina de Segovia, al probarse que en mayo del año pasado, a las cinco de la mañana, comenzó a golpear la pared de sus vecinos gritando “zorra, guarra, hija de puta”, “eres un cabrón, igual que tu padre mamonazo”, “cuando vea a los putos niños, cuando los encuentre se van a enterar”.
“LA ACERA ES MÍA” Más suerte tuvo un comerciante de El Espinar, que ha logrado ser absuelto por la Audiencia Provincial de una falta de desobediencia a la autoridad, después de una discusión con un agente de la Policía Local que quería multarle por entender que su vehículo ocupaba la acera.
Según recoge la sentencia, aunque el denunciado se negó a retirar el vehículo, diciendo “haz lo que te dé la gana, la acera es mía, éste se encontraba estacionado en un espacio lindante al local donde tiene su negocio y el comerciante alega que es un espacio privado y, por lo tanto, no vía pública.
Injurias entre políticos
La Audiencia Provincial confirmaba en febrero una sentencia del Juzgado número 3, que condenaba al alcalde, Pedro Arahuetes, por una falta de injurias, al considerar probado que había manifestado públicamente que el exconcejal del PP Ángel Sancho era “un deshonesto, un sinvergüenza, un corrupto, un mentiroso, un mezquino y un idiota”. En la imagen, el alcalde leyendo la sentencia el 4 de marzo.
