Publicidad subliminal. O publicidad explícita. Eso es en lo que se convierte cada año la gala de Publicatessen. Un mensaje claro al que le sobra inglés y en ocasiones postureo, tontería o como se le quiera llamar; pues un publicista, ahora mismo, debería tener autocensurada la palabra ‘selfie’ y ayer aún había alguno que entre butacas la pronunciaba… pero un mensaje claro, al fin y al cabo. Y contundente. Un “estamos aquí y somos muchos”; porque el Teatro Juan Bravo ayer estaba lleno de estudiantes de publicidad y, sobre todo, de publicistas. Y la Sala Boss, donde la gala se tuvo que vivir de forma paralela por falta de espacio, también.
El destinatario de este mensaje, la publicidad de la ciudad. La de siempre. La que conoció incluso lo que había antes del solar que era el Campus María Zambrano y que ayer recordaba Agustín García Matilla, decano de la UVa en Segovia, en su discurso; en el que también declaró que la educación pública ha demostrado que tiene talento y que ha crecido. La primera gala de este festival tuvo lugar hace seis años y ayer eran la novena promoción de la Licenciatura y la primera de Grado las que lanzaban un órdago a Segovia que la ciudad parece no querer aceptar edición tras edición: Innovate yourself. En castellano, que existe y suena con mucho más énfasis gracias a la tilde y más bonito y mejor pronunciado gracias al origen: Innóvate.
En cada vídeo que Daniel Martínez y Ramón Valverde iban presentando, con la ayuda en la voz en off de Rocío Arroyo, para introducir a los finalistas de cada categoría, los estudiantes de Publicidad y Relaciones Públicas de la UVa parecían suplicar, a veces a gritos y otras con voz dulce en sus creaciones, una oportunidad para una forma nueva de hacer publicidad. Cuñas de radio, vídeos promocionales de la ciudad, parodias de anuncios reales, anuncios originales en forma de parodia… Imágenes cuidadas, sonidos elegidos, voces seductoras. Algunos de sus creadores, los mejores, tendrán la oportunidad de compartir sus ideas en Barcelona o en Miami, gracias a las becas que, junto a los famosos Acuetruchos, se han convertido en los premios de este festival y que ayer alzaban sus ganadores con orgullo e ilusión. Alguno también con esperanza. Otros, sin embargo, tendrán que conformarse con lo que adelantaban en uno de sus vídeos “somos publicistas, si no hay trabajo, lo creamos”.
Talento no falta; no puede faltarle, por poner un ejemplo, a un vídeo que convierte a su protagonista en el mejor reclamo de rebajas para una abuela en busca de nieto de quien presumir. Y que aún así, después de hacer reír a cerca de quinientas personas a carcajadas, no gana porque otro compañero ha hecho un trabajo mejor.
Tampoco puede faltarle talento a alguien que decide que uno de los premios se va a hacer público vía Twitter. Y que escribe en el guión de los conductores del evento la consigna de hacer a todos los asistentes mirar la pantalla de su móvil para descubrir al ganador.
Dicen que la publicidad subliminal no existe, que es un mito que alguien creó. Pero quien asistiese ayer a la gala de la sexta edición de Publicatessen estará de acuerdo en que cada uno de los tres finalistas de cada una de las doce categorías premiadas, había dejado un mensaje implícito en su creación. Uno que corroboraron cada una de las banderas blancas que se alzaron a la vez durante el baile intermedio (o performance, si nos ponemos tontos): que cesen las hostilidades. Y que les contraten. Que son jóvenes, sí. Y buenos también.