Sin inmutarse, a lo suyo. El Barça, liderado por la maestría de Andrés Iniesta ofreció la enésima lección de fútbol de la temporada para mantener su ventaja al frente de la Liga con una goleada sin paliativos al Sevilla (4-0), el tercer clasificado del campeonato.
En un momento caliente de la temporada, con el Real Madrid de nuevo a tres puntos, el Barça respondió a lo grande, con un triunfo de prestigio, de esos que no dejan dudas ni de la calidad ni de la ambición del equipo de Pep Guardiola, que redondeó otra noche estelar. Buena culpa de todo ello fue de Andrés Iniesta. Estuvo en todas, en los goles y en las acciones de peligro de su equipo. Clarividente en el pase, certero en el remate. Tenía que jugar en el puesto de Messi, ayer en el banquillo, pero él lo hizo de Iniesta. Andrés Iniesta estuvo fabuloso, exquisito en cada toque, como casi siempre, la diferencia es que anoche, además, marcó. Su gol, en el minuto 3, disipó cualquier atisbo de dudas sobre la presión que el Barça, el líder de la Liga, pudiera tener antes del inicio del encuentro y tras la agónica persecución del Real Madrid.
E Iniesta contagió al resto. Empezó a jugar por la derecha, pero se vio con ganas, se sintió fuerte y la defensa del Sevilla enloqueció. Si el Sevilla encontró una autopista por la banda derecha en los primeros minutos en los que Navas se rifó hasta en cuatro ocasiones a Dani Alves, al final el brasileño fue el correcaminos y Navas el coyote, el complemento ideal para el fútbol de desborde del Barça.
El fútbol del Barça no dejó ni rastro de las intenciones del Sevilla, que desbordó desde la derecha con Henry, desde la medular con las incorporaciones de Keita y la visión de Xavi, desde cerca del área con el instinto asesino de Etoo o desde cualquier posición por medio de Iniesta.
La lección de Iniesta duró justo una hora, el tiempo que Josep Guardiola decidió mantener en juego al manchego. Cuando se fue al banquillo, con el público del Camp Nou puesto en pie, su equipo ya había cerrado el partido, ganaba por 4-0, después de que Henry finalizara, su enésimo desborde sobre Mosquera, con un tiro cruzado a la red.
El fútbol del Barça no bajó enteros, en cuanto a intensidad, ni cuando Xavi, en el minuto 74 también dejó la escena. Jugó y jugó el equipo azulgrana con la misma intención asesina que si el marcador fuera 0-0. El Barça camina con paso seguro y a ritmo de récord. No da opciones.
