Andrés Iniesta ha entrado de golpe en el Olimpo, junto a los dioses del balompié. Ha concedido, con su gol en la final del Mundial frente a Holanda, el mayor éxito de la Historia del fútbol español, en casi un siglo de vida de la selección. El fútbol nacional tenía como grandes hitos: el tanto de Marcelino a la Unión Soviética en el Santiago Bernabéu en la final de la Eurocopa’64; el de Fernando Torres en el Ernst Happel de Viena en la final de la Euro’08 ante Alemania; el de Telmo Zarra a Inglaterra en el estadio Maracaná y la diana de Juan Señor para firmar el 12-1 a Malta.
También figuran para el recuerdo la tarde de Querétaro, noche en la Península Ibérica, de Emilio Butragueño con sus cuatro goles en el 5-1 a Dinamarca en los octavos de final del Mundial de México’86.
Pero el ‘Iniestazo’ del jugador de Fuentealbilla (Albacete) pasa a entrar con letras de oro en este Olimpo de grandes momentos del fútbol e, irremediablemente, del deporte español. Para los libros de Historia quedará como el hasta ahora momento más brillante de casi un siglo de vida de la selección, como se recuerda en el barcelonismo el tanto que le dio el pase a la final de la Liga de Campeones ante el Chelsea.
Iniesta, un joven tímido, extremadamente reservado, está llamado a guardar para él un capítulo de grandes gestas, de momentos estelares, para el recuerdo de muchas generaciones.
Con 26 años es el mago, el prestidigitador de la ‘roja’. Su apariencia endeble esconde los quilates futbolísticos que atesora el manchego, desde niño en la Escuela del FC Barcelona, La Masía.
En el Soccer City tuvo que soportar constantes entradas de los jugadores holandeses. Le hicieron perder los nervios por momentos y le podía haber costado muy caro. Pero aguantó, tragó saliva y siguió y siguió, hasta que se encontró con un balón dentro del área, cuando la prórroga agonizaba, y encumbró a los de Vicente del Bosque, los nuevos campeones del Mundo.
Desde el pueblo natal del internacional del Barcelona, los padres del ‘universal’ futbolista, José Antonio y María, no vieron la diana de su hijo, porque estaban nerviosos y, mientras el progenitor estaba en casa, la madre salió a la calle porque no soportaba el juego de los holandeses. Su tío aseguró que mientras estaban en el bar que regenta su abuelo se encontraba con familiares y paisanos, «pero los padres estaban en la calle, ya que su histeria por la forma de jugar de los ‘‘oranje’’ les impidió seguir viendo el choque por televisión».
Cuando estaban en la calle y oyeron los gritos no podían dar crédito de lo que les contaban sus paisanos, que en ese momento estallaron de júbilo en una celebración que dejó a todo el pueblo con dolor de cabeza por las pocas horas de sueño que han tenido.
La familia de Andrés Iniesta Luján está muy orgullosa del tanto del manchego, porque, «se lo tiene merecido», ha dicho el tío, para quien este gol va a compensarle de todo lo que ha pasado Andrés a raíz de la muerte de su gran amigo Daniel Jarque.
El ‘gran’ recuerdo
En los pequeños detalles también hay que demostrar que somos los mejores. Andrés Iniesta, que hizo el gol de su vida, dedicó tan importante diana al fallecido Dani Jarque. El centrocampista no dudó en quitarse la elástica ‘azul’ y lucir: ‘Dani Jarque siempre con nosotros’. Fue sin duda el momento de la noche. Todos los jugadores se fueron a abrazar al ‘culé’, pero dejaron que todo el mundo viera y leyera que en el cielo también tenemos a varios campeones. Jarque falleció el 8 de agosto de 2009 después de que perdiera el conocimiento en la habitación del hotel durante una concentración con el Espanyol. Con este gesto, Iniesta quiso homenajear a un futbolista que sigue muy presente en los corazones de todos los españoles
El juego creativo y su talento continuará dominando el fútbol mundial, como admitió el entrenador Vicente del Bosque.
