‘Paseando días pasados por una parte de la ribera del Eresma ‘junto’ a José Ortega y Gasset, mira tú, – ¡lo que se aprende, oiga!-, me quedé mirando a Miranda con algunas de las cosas que ‘me dijo’. ¡Qué tío, lo que sabe! Hubo un momento en que se paró, me miró, le miré y como del triunfalismo individual hacíamos referencia, me dijo: ‘A los españoles nos falta la cordial efusión del combatiente y nos sobra la arisca soberbia del triunfante. No queremos luchar; queremos simplemente vencer. Mas, y como esto no es posible, preferimos vivir de ilusiones y nos contentamos con proclamarnos ilusamente vencedores en el limitado espacio de nuestra tertulia de café, de nuestro casino o simplemente de nuestra imaginación’.

Seguramente, eso pensé, para que el ‘bocadillo’ tuviera más sustancia, prosiguió: ‘Quien desee que España entre en un periodo de consolidación, quien en serio ambicione la victoria deberá contar con los demás, aunar fuerzas y excluir toda exclusión’ (1).
Él se quedó tan tranquilo y yo, yo… dubitativo.
(1) Ortega y Gasset falleció en Madrid el 18 de octubre de 1956. Una de sus obras más brillantes fue ‘La España Invertebrada’. Un gran texto. Léanlo.
La sensibilidad del artista
Ignacio Zuloaga llegó a Segovia a finales del siglo XIX, residiendo en la casa de su tío Daniel. Demostró un gran cariño hacia la ciudad, donde nunca se sintió extraño. Sus obras han sido destacadas a lo largo del tiempo. Fue un trabajador incansable. Mas, y si hoy redacto estas líneas es con la finalidad de dar a conocer una curiosidad que, normalmente, no aparece cuando de Ignacio se escribe. Sucedió en el año 1915, que fue cuando tomó la decisión de comprar la casa donde había nacido Goya –Francisco José de Goya y Lucientes-, en la localidad aragonesa de Fuendetodos, ‘para convertirla en museo de reproducción de las obras del pintor’.
Contactó al respecto con un grupo de artistas zaragozanos que le acompañaron a la referida localidad, al tiempo que Ignacio abría una suscripción para su compra, aportado él 500 pesetas. Puestos en el camino y superadas las numerosas dificultades, por la casa se fijó el precio de 1,000 pesetas. Figuraba como adquiriente Zuloaga, que, además, hubo de hacerse cargo de los gastos de reforma y, también, de su decisión de adquirir el terreno para construir una escuela en un anexo del edificio.

Cuando Zuloaga tomó la referida decisión la casa se encontraba en pésimas condiciones ¿Habría desaparecido aquella sin la decisión de Zuloaga y sus amigos de comprarla y rehabilitarla? Probablemente. Fue también importante la decisión tomada, posteriormente, por el Sindicato de Iniciativas y Propaganda de Aragón, que en 1928 constituyó una Junta para hacerse cargo de ‘su cuidado y conservación’.
En el transcurso de la guerra civil fue parcialmente destruida. Rehabilitada en 1946, fue declarada Monumento Histórico en 1982.
Hoteles sí, pero…
Habían transcurrido 14 años desde el inicio del siglo XX cuando al Ayuntamiento le llega la solicitud de compra de un ciudadano, José Piñera, para la adquisición de 6.500 metros cuadrados de terreno ¿Lugar? Frente al parque de Artillería (Carretera de La Maestranza). Los mismos que conocimos como jardines de Villa Ángela ¿Pretensiones? La construcción de un hotel.
Y se ‘armó’ la ‘marimorena’ entre los concejales. En tres ocasiones se dejó el tema sobre la mesa. Dos posturas: era necesario atraer ‘personal’ a Segovia y para ello había que facilitarlos habitación confortable: sí, pero, decían los otros, no quitando a los ciudadanos espacios como el que quieren comprar, que es lugar donde se sitúan ‘los jardines más bonitos de la ciudad’ defendían-, donde acuden muchas familias con sus hijos.
No hará falta decir que el hotel no se construyó. Sí se ubicó posteriormente en el lugar una instalación hostelera, incluida una pista de baile, que fue sitio de recreo. Cuando fue derribada, los jardines, con buen criterio, se mantuvieron. Y hasta hoy.

¿Hubo espías?
Me comenta mi amigo Escola –Escolástico en la pila bautismal-, que en la fábrica de tejería de Peladera –lugar situado en la carretera entre la ciudad y la puerta del Parque de Riofrío, pasando por Hontoria-, que tiene fecha de construcción de finales de XIX, detuvieron a miembros de una red de espionaje durante la Guerra Civil. Sus componentes habían utilizado el lugar como centro de operaciones.
P.D. Le he dicho a Escola que como alguien reclame –por interés legítimo- sobre lo descrito anteriormente, se lo mando a su casa para que dé explicaciones.
La garrafa y el aguardiente
Garrafa: ‘Vasija esférica de vidrio para bebidas o líquidos, que remata en un cuello largo y estrecho, que suele ir protegida con fundas de mimbre, plástico u otro material’.
Situada la garrafa en la historia vengo a relatar lo sucedido, nacimiento de 1900, en el Fielato del Mercado. Hete aquí que, en el Ayuntamiento se debate, entre concejales, un tema de dimensiones estratosféricas, o más. Pregunta de un concejal al señor alcalde: ‘¿Qué motivo existe para que una garrafa conteniendo aguardiente se encuentre en las dependencias del Fielato del Mercado desde hace ¡cinco años!?
Contesta el regidor: ‘Porque el dueño no ha querido retirarla por estar gravada con triples impuestos, al haber pretendido introducir la mercancía fraudulentamente. Vamos, de matute. Nos hemos puesto en contacto con él y espero que la retire, después de pagar, dentro de los tres días que le hemos dado de plazo. Si no lo hiciera se vendería en pública subasta’.
La garrafa, con diez litros de líquido en su interior, se mantuvo ‘firme’ en el local alrededor de 1.825 días, y el señor alcalde aún le dio al dueño tres días más para retirarla. ¡San Apapucio bendito!
