Secretariado de Comunicación Social de la Diócesis de Segovia
Este domingo 2 de junio se ha celebrado la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales. Estamos ya tan acostumbrados a recordar efemérides y dedicar un día, otro y el que venga a las causas más variadas que la mayoría las pasamos por alto. Pero la que este día se ha propuesto es especial y, si nos acompañan, merece la pena hablar de ella unas pocas líneas más.
Esta Jornada se celebra desde 1967. La estableció el Papa Pablo VI tras la gran renovación que supuso el Concilio Vaticano II. La intención fue, y lo es hoy también, el destacar el cada vez mayor papel que desempeñan los medios de comunicación en la construcción de la sociedad y su responsabilidad en la transmisión de los valores comunes. Y mostrar al mundo, sin complejos, que la Iglesia tiene muchas cosas que decir en este tiempo y desea participar de una realidad que a todos nos envuelve: la sociedad de la comunicación. En los medios “tradicionales” de radio, televisión o prensa escrita y en las plazas públicas de una nueva realidad digital, con sus redes sociales, blogs y demás manifestaciones de una comunicación cada vez más horizontal y más abierta.
La comunicación es escucha. Y la Iglesia quiere participar de ello en una doble vía. La primera es poniéndose a la escucha de la sociedad, de sus problemas, de las nuevas realidades y de cuanto importa al hombre de hoy admitiendo humildemente que en algunos momentos de la historia no ha sido capaz de hacerlo. La segunda es, demostrando la misma humildad, llamando a las puertas de la sociedad en la que está inmersa, haciéndose escuchar ofreciendo cuanto bueno tiene en su seno, que no es poco: su labor asistencial y educativa, el cuidado de un patrimonio material e inmaterial invalorable, el acompañamiento humano y espiritual de millones de personas y la custodia y renovación continua de un enorme tesoro de pensamiento en todos los campos del saber.
Pero no sólo eso. La Iglesia, desde su nacimiento, tiene como misión el anuncio de la buena noticia, que quiere aunar a todos los hombres en torno a Dios, dando así sentido y esperanza a cuantos quieran acogerla. Siempre de una forma abierta, a la escucha, y con el convencimiento de que el hombre está llamado a trascenderse a sí mismo buscando otras realidades. Hay muchas formas de intentarlo; quizá la más cercana es la entrega desinteresada a los demás.
Por ello, la Iglesia ha de ser fiel a su misión en el mundo y demostrar ser siempre un agente social necesario al servicio de todos. No importa que nos dirijamos a cristianos militantes o a personas alejadas de la fe. La Iglesia apuesta por trabajar por el bien común, a ello se ofrece sinceramente y así quiere comunicarlo, ni más ni menos porque es su vocación. “Id y proclamad el Evangelio”. En lo personal y en lo comunitario.
En nuestra Diócesis, lo tenemos muy claro. Queremos contribuir con nuestro trabajo a la construcción de la sociedad segoviana, a la atención de sus necesidades y a su bien común y compartido, del que todos somos responsables. Es nuestra forma de mejorar el mundo. Valga esta jornada para recordarlo y para comunicarlo abiertamente a todos. El Papa Francisco, en el mensaje que ha escrito con este motivo, centra la atención en la palabra “comunidad” (término que comparte raíz y significado íntimo con los de comunión y comunicación). Y afirma que cuanto más cohesionada y solidaria es una comunidad y cuando más convencida está de perseguir objetivos compartidos, mayor es su fuerza.
La Iglesia de hoy se ofrece con la mayor naturalidad para comunicar lo mejor de sí misma y acoger, comprender y corresponder los esfuerzos e inquietudes de todos los hombres y mujeres que componen, que componemos, la sociedad. Cuenten con la Iglesia, por favor. Somos miembros unos de otros.