Si en el bancal del pueblo de la mítica película de culto ‘Amanece que no es poco’ (José Luis Cuerda, 1989) brotaban mozos, a Félix Ortiz le han nacido en su huerta de la calle Marqués de Villena, ocho esculturas de autores de la talla de Martín Chirino, Alberto Corazón, Juan Genovés, Francisco Leiro, Antonio López, Blanca Muñoz, Pelayo Ortega y David Rodríguez Caballero.
Además, es el segundo año que le ocurre algo así en el ‘sembrao’, pues ya en 2013, por estas fechas, aparecieron entre los chopos unas cuantas esculturas de Agustín Ibarrola. El misterio hay que buscarlo en el Hay Festival y la Galería Malborough, así como en el propio Félix Ortiz que se ha convertido en un activo colaborador del encuentro cultural que por noveno año consecutivo traerá a Segovia conversaciones y debates sobre poesía, narrativa, economía, sociedad, política, deporte, gastronomía o historia.
Este año Malborough apuesta por obras de ocho de sus artistas españoles más prestigiosos, que ya están estratégicamente situadas, al aire libre y en perfecta armonía con la naturaleza que las rodea, en uno de los parajes más bellos de la ciudad de Segovia.
Ortiz abrió ayer las puertas de la huerta para que los medios de comunicación pudieran hacer la foto de este milagro artístico que le ha crecido entre sus árboles, arbustos y hortalizas. Sin embargo, la inauguración no se producirá hasta mañana jueves, a las seis de la tarde, cuando se espera la presencia de algunos de los autores de las esculturas. Después, en torno a las 19,30 horas, la Fundación Prosegur, en colaboración con la Fundación Albéniz, ofrecerá un concierto de cámara interpretado por los alumnos de la Escuela de Música Reina Sofía. En caso de lluvia el concierto se trasladará al Monasterio de Santa María del Parral, en el mismo horario. Para hacer posible esta exposición han contribuido, además, la Diputación Provincial y el Ayuntamiento.
Desde Malborough han explicado que ‘Esculturas en libertad’ reúne de manera excepcional las esculturas monumentales de estos ocho artistas, de manera que el entorno permite descubrir la interacción entre escultura y naturaleza. En definitiva, es un recorrido por diferentes disciplinas escultóricas, que sorprende por lo peculiar del entorno. Chirino está representado con un ‘Arco’ de forja de diez metros; Corazón con ‘Torso ibérico’, bronce de color blanco; Genovés presenta ‘Proceso’, una plancha de acero de dos metros, que es un guiño donde se recortan los contornos de sus personajes, una ventana a los colores de la huerta; Leiro acerca su particular visión de lo humano con ‘Conversación I-II’. La grandiosa ‘Carmencita dormida’ de Antonio López se encuentra a sus anchas, el tiempo de nuevo detenido, mientras ‘Candombe’, de Blanca Muñoz, deleita por sus reflejos; Pelayo Ortega trae una Veleta a Segovia, y Rodríguez Caballero, el más joven, un nuevo lenguaje escultórico a través del acero como si de un origami se tratara.
