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Honor en la sombra: La UCO y el alma firme del Estado

por Javier Gómez Darmendrail
26 de junio de 2025
en Tribuna
JAVIER GOMEN DARMENDRAIL
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Cuando todo se descompone y se desequilibra, hay quienes siguen en pie: callan, actúan y sirven. Así es la UCO, centinela invisible del bien común. España ha atravesado, en las últimas décadas, pruebas difíciles. Crisis económicas, fracturas territoriales, pérdida de confianza en las élites, erosión del civismo y escándalos de corrupción que han sacudido las columnas de nuestra convivencia. Y sin embargo, este país sigue en pie. No por milagro ni por magia, sino porque hay hombres y mujeres que, desde el silencio y la entrega, sostienen la legalidad, la decencia y el deber sin pedir nada a cambio. Entre ellos, pocos cuerpos merecen tanto respeto como la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil: la UCO.

La UCO es la élite investigadora de la Guardia Civil, y sus logros no son precisamente menores. La UCO es mucho más que una unidad de investigación criminal. Es una trinchera ética. Es el muro que separa al Estado de Derecho del Estado del “todo vale”. No tiene himnos ni pancartas. Tiene informes. Tiene pruebas. Tiene lealtad a la ley, no al poder. En un país donde muchos se pliegan al oportunismo o al servilismo político, los agentes de la UCO se alzan como ejemplos de integridad sin espectáculo.

Su labor ha sido determinante para que España no se hunda en la desesperanza. Gracias a ellos hemos visto caer redes de corrupción que parecían intocables, desmontarse tramas financieras que parecían blindadas, y llevarse ante la justicia a quienes confundieron lo público con lo propio. Lo extraordinario es que esta eficacia se mantiene incluso cuando el viento sopla en contra. La UCO ha investigado sin temblar a ministros, alcaldes, empresarios y altos cargos, sin que el rango de los implicados altere el rigor de sus procedimientos. Eso, en una democracia, no es solo un signo de madurez institucional, es una prueba de que aún queda en pie una muralla contra la impunidad. Y no lo hicieron por gloria. Lo hicieron por conciencia. Y eso vale más que mil discursos.

Es especialmente admirable el equilibrio que esta unidad ha conseguido mantener entre su autonomía operativa y su vinculación jerárquica con el Estado. En una democracia sana, las fuerzas de seguridad deben ser fieles al orden constitucional, no a los partidos o a los gobiernos de turno. La UCO ha demostrado que este principio puede cumplirse incluso cuando las investigaciones incomodan a quienes ostentan el poder. Su profesionalidad ha sido una vacuna contra la tentación de convertir la justicia en instrumento partidario.

Pero lo más valioso es quizá lo menos visible: su vocación de servicio. En un mundo donde el narcisismo institucional es moneda corriente, la UCO destaca por su humildad operativa. Sus miembros no salen en los medios, no buscan aplausos. Trabajan meses o años en silencio, sabiendo que el éxito de su misión es, paradójicamente, su propia invisibilidad. Solo aparecen cuando los jueces dictan órdenes o cuando la corrupción es tan flagrante que ya no se puede ocultar. Y aún entonces, hablan solo a través de los hechos.

Combaten los delitos contra la administración pública, blanqueo de capitales, tráfico de drogas, secuestros, homicidios, y cibercrimen, entre otros. Su formación técnica es de primer nivel: análisis financiero, infiltración operativa, coordinación internacional, criminología, informática forense, ingeniería, derecho… pero es su espíritu de servicio lo que los hace inquebrantables. En un tiempo donde se aplaude el ruido y se premia el cinismo, ellos trabajan desde la sombra, sin buscar reconocimiento, enfrentando peligros reales, soportando presiones, y manteniéndose fieles al juramento de defender al ciudadano aunque éste no lo vea. Pero lo que más impresiona es su ética del deber: meses de trabajo paciente, sin filtraciones, sin afán de protagonismo, sin quejas ni escándalos internos. Todo al servicio de una idea que parece casi anticuada: el interés general.

 

No hay democracia posible sin instituciones que funcionen. No hay justicia real sin cuerpos que la protejan con profesionalidad. La UCO ha demostrado que, incluso en medio de la niebla del descrédito, hay lugares donde la verdad aún importa. Donde el deber no se ha vendido. Donde la patria no es una palabra hueca, sino una responsabilidad viva.

Por eso, este artículo no es solo un homenaje. Es un acto de gratitud. Es una declaración de que aún creemos en quienes sirven al Estado con honor, sin ideología ni cálculo. La UCO no solo investiga delitos: honra el uniforme, honra la ley y honra a España.

¡Viva la Guardia Civil!

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