La geomorfología de un territorio marca buena parte de los recursos hidrológicos de las poblaciones. No sólo ahora el agua conforma un gran debate de actualidad, históricamente la puja del agua ha sido una constante para el hombre. Y en Valseca, como dice su topónimo, “Valle-seco”, la lucha por obtener el líquido elemento de entre sus valles, su vega, y las escorrentías de sus arroyos, ha sido una constante desde hace siglos entre sus habitantes, no exenta de dificultades.
El desarrollo del abastecimiento en la población tiene que ver en su origen con el asentamiento de los primeros pobladores. Desde tiempo pretérito se dice que las primeras viviendas se ubicaron en la calle Veguilla de Ávila, en los conocidos como ‘Corralones’; y en la actual calle Laurentino Cardiel, cuyo primitivo nombre era Calle Cantarranas, una nominación repetida en muchos municipios, que tenía que ver con la acumulación superficial de aguas. El nombre de los viales, sin duda, ofrece pocas dudas de lo que era la topografía de esas calles y terrenos.
Tradicionalmente el centro del sustento de las poblaciones tanto para personas como animales han sido el caño y el pilón, situados muchas veces en el perímetro de los núcleos para facilitar el acarreo, como bebedero de los animales, o las necesidades de una parte o otra del pueblo para el surtido personal. En Valseca se sitúa en la carretera de Segovia, antes como un servicio prioritario y hoy como un bonito ornamento de granito, con su cabezal y dos chorros.
Anteriormente a este caño, construido en el año 1903, existía otro que no resistió al tiempo, conocido como el Caño de la Bola. La cañería primitiva que abastecía al caño lo hacía del manantial de la conocida como primera alcantarilla llegando al ornamento con un caudal conducido a doble teja.
De forma paralela, y de manera individual desde tiempos pretéritos, las casas de Valseca se abastecían de pozos artesanos, situados por lo general en los llamados portales, y que no sólo servían para abastecer a los inquilinos, sino también para satisfacer a los animales que se postraban en la cuadra o el corral, los cerdos, caballos, machos, etc. Para ello, se horadaba el terreno por donde se creía que aparecería la beta de agua, y dependiendo de esta, se excavaba más o menos metros; obteniendo un perímetro de forma circular que después era recibido con ladrillos de fábrica una parte interior, mientras que en la superior, la que asomaba a la vivienda, se colocaba el brocal de piedra caliza, bien moldeado con piedra característica de la zona. También se daba la curiosidad, que alguno de estos brocales perimetraba la pared medianil entre dos casas y daba servicio a una y a otra casa.
La historia de Valseca como municipio tiene mucho rango ligado al agua. La integración en el término municipal de los despoblados de San Medel (1768) y de Maletas (1642), supuso que por su territorio atraviesen el río Eresma y el arroyo de San Medel, lo que garantizó la disposición de agua para el vecindario, en dos sitios polares, alejados del casco urbano. Otro de los hitos históricos junto al arroyo o cacera de San Medel, lo regía el Molino de San Medel, con derechos sobre el agua a través de las ordenanzas que regían a los municipios de la llamada Cacera de San Medel. Según las mismas, el molino, podía disponer de agua a través de su caz al rio desde el 29 de septiembre día de San Miguel, hasta el día 1 de abril.
Es importante destacar, que desde el siglo XIX era una constante el mantener limpias y fluidas las caceras que bifurcaba el término en general, un trabajo y cuidado que llevaba a cabo el vecindario a prestación personal. De igual forma las más de veinte fuentes naturales que se dispersaban por el territorio, eran salvaguardadas por pastores, labradores y el Guarda de Panes del pueblo.
Ya entrada la primera mitad del siglo XX, en sintonía con los sistemas de suministro que empezaban a aflorar en la mayor parte de las poblaciones, se instala el primer depósito de agua en el descenso del arroyo de Valdelaspilas. Su construcción es el clásico ornamento circular hecho en hormigón. Recogía las aguas de los manantiales del paraje de Valdelaspilas y desde este depósito además se desviaba un ramal hasta el caño.
Depósito
Posteriormente, a comienzos de los años 60, se construye otro depósito junto a uno de los plantíos, hoy Parque Público, a través de este depósito se sondeaba el agua hasta el nuevo depósito situado junto a la iglesia construido en el año 1963. A través de la propulsión de un motor se tenía que elevar el agua desde el depósito y captación del plantío hasta el nuevo depósito de distribución. El encargado de su funcionamiento por lo general era el alguacil. Para extender la red que conectaba un depósito a otro, el Ayuntamiento tuvo que llegar a acuerdos con los propietarios de los terrenos por los que atravesaba soterrada dicha conducción. Asimismo, para garantizar la acumulación de agua en el depósito madre, se construyó otro más a unos trescientos metros próximo al arroyo de la Peña.
Inicialmente desde el nuevo depósito de la iglesia se distribuyó el agua a tres fuentes ornamentales de granito en 1963, que se situaban en la hoy plaza de Boones; la antigua calle Curato (hoy plaza de Don Teófilo Montero), y la plaza Mayor. Años más tarde, en 1972, el Ayuntamiento de Valseca ejecuta la red de distribución de agua potable y la de saneamiento por todo el municipio. La importante infraestructura soterrada, se completa en el año 1978 con el asfaltado de las calles. Con el paso de los años las tres fuentes de granito fueron retiradas de los viales, y a principios del siglo XXI, fueron recuperadas dos, situándolas en la plaza de Felisa Hernangómez y en la remodelada Plaza Mayor.
El nuevo depósito de la iglesia levantado en 1963, es construido por el maestro albañil de la localidad, Saturnino García, junto con un encargado y varios peones. Llama la atención por su altura y a diferencia de otros depósitos similares creados en la provincia, su construcción es oblicua. Su construcción fue todo un acontecimiento para el vecindario que veía subir y subir ladrillos en altura conformando una edificación esbelta y llamativa junto al transitado camino de Segovia. Durante la ejecución y esfuerzo sus trabajadores parafraseaban con gracejo día a día un dicho recordado en nuestros días, “ladrillo visto, ladrillo doble, botijo de agua”, manteniendo el pulso a la altura. Hoy en día la imagen del depósito ya en desuso junto a la iglesia conforman una postal iconográfica que identifica a Valseca.
La inauguración del depósito en el mes de julio de 1963, es todo un acontecimiento. Al acto acude el Gobernador Civil de Segovia, Juan Murillo, siendo recibido por el alcalde Alberto Hernangómez, el párroco Don José González, y el vecindario, “quienes tras acudir a un oficio religioso en la iglesia, se trasladaron al recién construido depósito de abastecimiento de agua construido por la Comisión de Servicios Técnicos”, según recoge la crónica de El Adelantado, donde “se procedió a bendecir el mismo, tomando la palabra el alcalde, el sacerdote y finalmente el Gobernador Civil, José Murillo, quien felicitó a todos por la obra”, señala.
Es de destacar que para colaborar en los trabajos de abastecimiento, saneamiento y pavimentación, en las calles y plazas, independientemente de que se contratará a algún oficial, el Ayuntamiento como históricamente venía haciendo desde el siglo XIX, aplica el sistema rotatorio de Prestación Personal, que consistía en nombrar a diario una lista con los vecinos empadronados que debían aportar a diario su trabajo voluntario en las obras públicas referidas. El encargado de avisar a los vecinos con una lista era el alguacil, casa por casa. También, el Ayuntamiento de Valseca aplicaba las denominadas Contribuciones Especiales, a través de las que los vecinos sufragaban con su aportación económica un tanto por ciento de los proyectos comunales, un impuesto local que fue derogado en el año 1992.
En el año 1987, comienzan a originarse los primeros problemas con el abastecimiento a la población. Lo que había sido un suministro suficiente y eficaz por parte de los depósitos de los plantíos, empezaba a resultar insuficiente. El pueblo, ya tiene una dependencia muy grande de la red de abastecimiento, no solo para la población, también para satisfacer a un buen número de naves ganaderas que se adosan al casco urbano, con una notable cabaña ganadera de cerdos, vacas, y ovejas entre otros, por lo que es necesaria una nueva alternativa para obtener agua. La situación, que se sumaba a un verano muy seco, durante estos días estivales resultó alarmante, “ya que el pozo no daba más que para suministrar tres horas al día, circunstancia por la que se ha tenido que pedir ayuda a un vecino a título particular”, según se recordaba en el Adelantado, en la crónica titulada, ‘El agua potable difícil solución’.
Urgente
Ante esta situación urgente que tuvo que afrontar la recién entrada corporación, encabezada por el alcalde, Crescensio Manso, se buscan recursos en las administraciones. Y la buena noticia llega en el mes de octubre, cuando el Consejo de Gobierno de la Junta de Castilla y León, concede una ayuda “para un sondeo para el abastecimiento de agua en Valseca, dentro del programa 1987-1988”. El presupuesto del nuevo sondeo es de 3.980.250 pesetas, de los que la Junta aportó el 70 por ciento y el resto el municipio. La concesión de la ayuda, fue todo un golpe de suerte para el Ayuntamiento de Valseca, ya que la referida subvención estaba destinada al municipio de Miguelañez, localidad que renunció a la misma.
Y llegado el mes de febrero, se hace realidad la feliz noticia de la llegada de un nuevo sondeo, con el comienzo de las obras en el lugar elegido: un terreno a tan sólo 3 metros del depósito de agua situado junto a la iglesia. De forma paralela, el Ayuntamiento decide dotar a las calles de Valseca de varios hidrantes, con tomas de agua adaptadas para utilizar en los casos de incendio.
Inmersos en el siglo XXI, y con el tan sonado debate global del cambio climático y las pujas por el agua también alcanzando a nuestra provincia, Valseca afronta veintitrés años después de aquel último sondeo de 1987, un proyecto vital para su futuro: la creación de un nuevo sondeo y depósito de abastecimiento. Con la nueva dotación, situada próxima al camino de Encinillas, el municipio, pasa a disponer de los 300.000 litros que recogía el depósito anterior, a los 500.000 litros que alcanzaría la nueva instalación. La profundidad del sondeo es de 280 metros y también de forma paralela se habilita un transformador de 100 KVA, con una línea de media tensión.
La nueva infraestructura es fruto de un convenio entre el Ayuntamiento de Valseca y la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Castilla y León y supuso una inversión próxima a los 500.000 euros.
De esta manera, el verano de 2010, llegó a Valseca con la feliz noticia de la entrada en funcionamiento de la nueva dotación hidrográfica, anunciada por el municipio para el día 21 de junio a través de un Bando público, firmado por el entonces alcalde, Miguel A. Palacios. Para garantizar la conexión, el Ayuntamiento ya había trabajado durante la primera década del siglo XXI, en la renovación de la totalidad de la tubería de distribución del agua de fibrocemento en una nueva tubería de policloruro de vinilo (pvc), que fue ejecutada en cinco fases. Con la puesta en marcha de la nueva perforación y depósito, según los técnicos, “varía la calidad del agua, por ser un terreno distinto al anterior, un agua menos dura, lo cual garantizará el suministro de agua durante muchos años”, se subrayaba con satisfacción.
Dos apuntes
Las fuentes naturales en el campo
Distribuidas por el término actualmente existen la fuente del Pájaro, y la fuente Vieja, y en la memoria del vecindario están la Fuente de Boones, la fuente del Parralejo, la fuente Carlos, fuente de El Zarzal, fuente de El Tejón, fuente de San Isidro fuente de la Vega, fuente del Tío Guerras, la fuente de El Charcón, la fuente de El Riguelo y la fuente de El Soto, entre otras, mantenidas por la gente del campo.
El testimonio de los diccionarios
El Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar publicado por Pascual Madoz entre 1845 y 1850, recoge respecto al agua, que “hay una fuente con su pilón y cañería, que aunque no abundante, basta para el uso de los vecinos, sirviendo para el de los ganados las aguas de los pozos”. Otra publicación, el Diccionario geográfico, estadístico, histórico, biográfico, postal, municipal, y eclesiástico de España y sus posesiones de ultramar 1881-1887, precisa que “está el vecindario perfectamente abastecido de aguas para todos los usos”. Por último, el Diccionario geográfico de España de 1961, indica que “el agua para beber procede de manantiales”.
Accidentes en los pozos, anécdotas y otras costumbres
El agua y su influencia sobre la población ha sido a lo largo del tiempo una constante de vida y también de muerte, ya que son varios los casos de suicidio en los pozos artesanales de las casas, como el ocurrido en diciembre de 1905, cuando el vecino Gregorio Benito se arrojó a un pozo quitándose la vida. La instalación de pozos, fue desaconsejada en algunas ocasiones, como ocurrió en el año 1881, cuando el maestro de la escuela de niñas solicita al Ayuntamiento que se haga un pozo en el portal principal de dicha escuela, propuesta que el pleno descartó, debido “a la exposición a que suceda alguna desgracia”. Además ha provocado situaciones de infortunio y anécdotas domesticas, así, a finales de los años 50, una cabra cae de manera involuntaria al pozo de la vivienda de Pascual de Prados, y para salvaguardar al animal, se la rescata bajando con una cuerda a uno de los hijos pequeños, obteniendo un final feliz.
Así como también el agua ha procurado costumbres. En el año 1881, el Ayuntamiento de Valseca restablece la costumbre de dar una cazuela de castañas a todo vecino que participe en la limpieza de las caceras de los comunes de San Medel. Y también testimonios de arroyos que un día corrieron, y hoy se mantienen secos, como nos recordaba el vecino fallecido Mariano Hernan, sobre el hábito que tenían los vecinos de la calle de la Amargura, “de ir a lavar la ropa y los cacharros al arroyo de la Peña”. Y es que para el lavado de la ropa, hubo dos lavaderos públicos en el caño, hoy desaparecidos. Otra alternativa para el lavado de la ropa, era acudir al río Eresma, donde llegaban las mujeres de Valseca con caballos, yeguas o burros, ataviados de serones, y descendían por el camino de Maletas, hasta el lugar del Confesionario. Históricamente en el municipio también ha permanecido el Acueducto de San Medel, que trasvasaba el agua de Bernuy de Porreros hasta Zamarramala.
Y también el agua, ha sido fruto de la imaginación, como recuerda el Adelantado de Segovia en su crónica de marzo de 1927, donde el Cronista Oficial de Segovia, Ildefonso Rodríguez, en su artículo titulado, ¿Habrá movimiento de rocas y simas en Segovia?, predice en sus explicaciones, grandísimas y hondas han de ser las cavernas que desde la Fuencisla llegan hasta por debajo de las proximidades de los términos de Zamarramala y Valseca, en las que se almacenan fabulosas cantidades de agua (…).
