El Real Madrid sacó ayer adelante su compromiso en Anoeta gracias a un solitario tanto del argentino Gonzalo Higuaín (0-1), a los nueve minutos de haber empezado el choque, que da licencia al conjunto blanco para seguir en lo más alto de la clasificación, aunque sin el halo de excelencia que le rodeó en los últimos partidos.
La Real, con una alineación un tanto revolucionaria en nombres y en posiciones no quiso amilanarse desde el inicio y trató de buscar la portería rival, aunque no podía descuidarse un instante, porque cada balón que llegaba a Cristiano era sinónimo de peligro.
Los hombres que dirige José Mourinho, que firmaron un buen comienzo, abrieron la puerta del empate a la escuadra donostiarra en la segunda mitad, quien pudo haber dado un susto con sendos disparos de Vela y Griezmann en la recta final del choque. Pero no fue así. Íker Casillas frenó el leve ímpetu de los vascos, sin chispa en los últimos metros.
El Real Madrid, que llegaba a la cita tras sus impecables victorias ante Olympique de Lyon, Málaga y Villarreal, siguió en la misma línea resultadista, pero dejó a un lado el espectáculo para armarse de oficio. Los ‘merengues’, con el susto en el cuerpo en los últimos 10 minutos, tuvieron que enfundarse el mono de trabajo.
Mourinho no lo dudó ni un segundo; con Lass, Xabi Alonso y Coentrao en la medular, el técnico portugués no quiso dejar desprotegido el centro del campo en ningún momento. Khedira salió al rescate para aguantar la pírrica ventaja cosechada por Gonzalo Higuaín cuando apenas había comenzado el envite en Anoeta.
El argentino, que tiene el vicio de seguir aumentando su cuenta particular, abrió la lata tras un gran pase entre líneas de Coentrao, quien le habilitó delante de Bravo. El ‘Pipita’ introdujo su bota suavemente y batió al chileno con suficiencia. Era el 0-1 y todo hacía indicar que sería el inicio de una plácida noche para los madridistas.
Pero no fue así. Los blancos cedieron el balón a su oponente y prefieron aguantar en la cueva para salir al espacio en largo. Kaká sustituyó a Özil y trató hacer desaparecer las distancias entre unas líneas y otras. El brasileño, con la confianza por bandera y la convocatoria con la ‘canarinha’ bajo el brazo, buscó las cosquillas a la defensa ‘txuri-urdín’, aunque en todas ellas sin premio.
La Real, dormida, apostó por la rapidez de Vela desde la coherencia de Xabi Prieto, la brújula, una vez más, de los blanquiazules que fueron dejando morir el partido y la oportunidad de meter mano al Real Madrid. Mourinho saltó al campo para abrazarse con sus jugadores. Era el minuto 90. El portugués, amante de la estadística, sabe que este 0-1 vale igual o más que el 0-4 de La Rosaleda.
