La edición XV de las Jornadas Taurinas de la Peña El Encierro concluyeron el pasado viernes con un invitado de lujo, Joaquín Moreno Silva, ganadero de El Saltillo, encaste mítico y muy valorado por los entendidos del mundo del toro. La charla, que consiguió llenar el Palacio de Pedro I, sirvió para conmemorar los 25 años de existencia de la Peña Taurina, que consigue mantener vivo el espíritu taurino durante todo el año, además de empaparse de vivencias de otras fiestas y de experiencias de ganaderos, como las de Joaquín Moreno.
El expresidente de la Peña Taurina, Álvaro Herguedas, fue el encargado de moderar el acto y dar buena cuenta de su afición taurina en una distendida charla de la que hizo partícipes a todos los presentes. Tras un vídeo de introducción en el que se pudo comprobar cómo se cría a sus reses, comenzó el coloquio en sí, que llevó por título “ Saltillo, casta y bravura”. El ganadero comenzó hablando de su relación con Cuéllar a través de una anécdota, con un perro que perdió y recupero en la villa. Después, fue momento de repasar toda su trayectoria. “Eres ganadero desde toda la vida”, le sugirió Herguedas, a lo que el ganadero respondió con una afirmación, Su abuelo, su padre y después él, han luchado por un encaste que ha tenido sus mejores y peores momentos. A su padre le tocó por herencia el hierro de su abuela, y después lo heredaría él, comprando el hierro a sus primos en 2013. Compró 70 vacas, 40 eralas y un semental. Bromeó que con las vacas “he hecho alquimia”, pues en sus peores momentos, tuvo que recurrir a vacas suizas para poder devolver el encaste a lo que siempre fue.
En ello tuvo que ver el mítico toro Ruidón, que, según las palabras de Joaquín, “le dio la gloria y le deshizo la ganadería”; el toro era tuberculoso y tuvieron que matarle más de la mitad de las reses. El ganadero habló también del famoso toro Cazarratas, que con su comportamiento, atípico, dotó al hierro de uno de los momentos más duros de su historia. Una inyección provocaba un extraño y peligroso comportamiento en los astados y así fue como Cazarratas, en Las Ventas, creó una fama que después levantó en corridas como la de Ceret, veinte días después.
Hubo tiempo también para tratar cómo la administración, antes, ofrecía ayudas para proteger ciertos encastes. “Ahora les daría vergüenza, con tanto movimiento animalista”, reconoció. Señaló la importancia de ese tipo de subvenciones y de apoyos, muy necesarios y que tanto lo ayudaron a él y a otros encastes.
El ganadero habló de su pasión por los toros, de que este es su encaste y que respetando otros, “mientras pueda ser ganadero de El Saltillo y mi economía me lo permita, lo haré, lo demás, ni aunque me lo regalen”. Joaquín habló sin tapujos, muy cercano a los anfitriones y con el aval de una larguísima trayectoria. “La ganadería, después de mis hijos, es lo que más quiero”; “voy dos o tres días a Andalucía cada semana, y cuando voy a ver a los toros, voy a ver a lo que más quiero en el mundo”, explicó con franqueza el ganadero en esta clausura de las XV Jornadas Taurinas.
