La palabra ejecutoria tiene una doble acepción en castellano: el título o diploma en que consta legalmente la nobleza o hidalguía de una persona y la culminación de un proceso en el que se dirimen dos intereses que se consideran legítimos.
La mayoría de las ejecutorias conservadas son un buen registro de la nobleza española, y en particular de la castellana, y también de la sociología jurídica existente en el final de la Edad Media y durante la Edad Moderna. Como solían revestir la forma de provisión real –lo que le otorgaba un carácter más solemne y ejecutivo- se les suele llamar Reales Cartas Ejecutorias. En todo el territorio castellano, e incluso peninsular, la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid jugó un papel fundamental en este tipo de pleitos y como tribunal de última instancia. Perdió parte de su jurisdicción cuando se creó la Real Audiencia y Chancillería de Ciudad Real a finales del siglo XV, que después se trasladó a Granada. La Chancillería de Valladolid fue creada por Juan II en 1371 y sustituida por la Audiencia Territorial en 1834, una vez dividida España en provincias en 1833 por Javier de Burgos. Una división esta que tanto afectaría a Segovia, que vio perder a parte de sus terrenos allende la Sierra de Guadarrama.
Durante el mes de enero, el Archivo Histórico de Segovia ha presentado como “tesoro oculto” una ejecutoria del siglo XVI de gran belleza. “Uno de los documentos más bellos y llamativos de los que conserva” el archivo, según se reconoce. Es un cuadernillo iluminado con numerosas ilustraciones, entre las que destaca, en el inicio de una de las páginas, la de Santiago el Mayor en su caballo, con gran riqueza de colores y de textura en los tejidos. Santiago es junto a San Millán uno de los dos patrones de España, aunque inicialmente el segundo tuviera más ligazón con la Corona de Castilla.
La iluminación del texto con toda probabilidad fue el encargo de la parte que se veía beneficiada por el resultado del proceso, que además de reclamar la ejecutoria como reconocimiento de su derecho, lo engalanaba. La matriz quedaba en la Real Chancillería, y ahora en su archivo. Esta del museo se refiere a un contencioso entre el Concejo y los pecheros –obligados al pago de los tributos- de la Villa de Pedraza contra los herederos de Juan Bernardo de Morales. Los hijos de este reclamaban hidalguía para no pagar las cargas que les corresponderían si solo fueran villanos o plebeyos, dado que los ricoshombres, clérigos y nobles estaban exentos de las contribuciones fiscales. Y ganaron los Morales, con lo que, además de ver acreditada su nobleza, quedaron exentos, y los pecheros vieron aumentar su monto individual.
Más tarde los Morales emparentaron con los Lozoya, conformando uno de los mayorazgos del marquesado. Del fondo de esta importante Casa ha llegado al Archivo. La conservación es excelente.
