El presidente de la Junta, Juan Vicente Herrera, señaló ayer como responsables del “error histórico” del rechazo al proyecto de integración de las Cajas de Castilla y León a sus órganos de gobierno “personalistas y localistas” y a los que, además, ha acusado de imponer su criterio de “no hacer nada” y de que “solos estábamos mejor” frente a la advertencia de que “o nos movemos o nos mueven” y de que era necesario ser primero “más fuerte dentro para luego serlo fuera”.
Herrera se mostró convencido de que una “rápida puesta en marcha de esta integración”, que no era desconocido para las cajas de la Comunidad ya que muchas de ellas procedían “de este sistema” en los años 90, hubiera generado “oportunidades reales” para que las cosas fueran “distintas”. “Actuamos con rigor y anticipación”, aclaró durante su comparecencia en la Comisión de Investigación de las Cajas en las Cortes (la última de este organismo) para concluir que el tiempo ha demostrado que no era “un capricho político o debate artificial”, sino un “proyecto de Comunidad responsable y serio”.
El máximo responsable del Ejecutivo autonómico señaló que el proceso de crisis que se vivía en 2008 hizo al Gobierno impulsar iniciativas con “visión de Comunidad y futuro” para “aunar” las capacidades de las seis cajas cuyo hipotético agregado hubiera permitido crear una entidad que sería la sexta en el ranking nacional de Cajas y la undécima en el conjunto de las entidades financieras españolas.
Y lo hizo, recordó, sobre tres premisas, lograr el “máximo acuerdo político”, “ir de la mano” de las instituciones reguladoras y supervisoras del Estado y “respetar escrupulosamente” la autonomía e independencia de las Cajas. De ahí que se eligiera para la integración, explicó, el proyecto “Espiga” porque “preservaba la independencia y vinculación territorial” de cada Caja y que fue el que se presentó en 2009, con el consenso de Junta, PSOE, patronal, CCOO y al que se unieron como “anexo” los apoyos de Izquierda Unida y del sindicato Csica.
Unas voluntades que se enfrentaron, continuó, a “resistencias e incomprensiones” que, ha admitido, fueron “insalvables”. “Primó más la visión puramente localista y personalista y la falta de compromiso” de los órganos de gobiernos de las cajas frente a la necesidad de ser “primero más fuertes dentro” para luego “serlo fuera” y por eso varias entidades “rechazaron de plano” el proyecto de integración algo que ha reiterado supuso “un fracaso” y “mostró muchas debilidades”.
Triste momento
Una situación que reconoció como uno de los momentos “más tristes” de su mandato y que influyó en “decisiones posteriores” sobre su “permanencia” en la vida política. “Fue una mala historia que no impugna nuestra apuesta por la Comunidad, fue un tropezón que sirvió para levantarse con fortaleza”, alegó.
En pleno debate con los Grupos Parlamentarios de la Comisión, Herrera fue tajante a la hora de admitir que la normativa estatal era la que regulaba la composición y decisión de los órganos de gobierno de las entidades financieras, si bien ha reconocido que si de él hubiera dependido “alguno de los protagonistas” de las “historias” que están siendo procesadas judicialmente “no lo hubieran sido”. “No voy a tirar piedras contra mi propio tejado”, argumentó.
Herrera insistió en que no se siente “satisfecho” de aquel proceso, pero sí “tranquilo”. “La Junta ejerció correctamente sus competencias en todo momento con arreglo a una legislación ciertamente complicada y ésta ha sido una de las administraciones más diligentes en esta materia según el Banco de España”, espetó durante un tenso debate con el procurador de Podemos, Pablo Fernández que acusó a la Junta de no ejercer su control y permitir el descalabro de estas entidades.
Fernández citó las palabras de Santos Llamas, expresidente de Caja España, que en su comparecencia reconoció que fue la Junta la que apoyó su candidatura a la Presidencia de la entidad.
