El título de hoy es el de una trilogía de novelas de Ramiro Pinilla, un escritor vasco fallecido hace unos pocos años y que para mí es de los escritores españoles más importantes del siglo pasado. Siempre tuvo vocación de ser un escritor de minorías, no le gustaba la fama ni los focos, cuando ganó el premio Nadal en 1960 declaró que “el premio me desnudó, me sacó a la luz y hube de salir del agujero. Fue duro”. En sus libros, en su literatura y en su vida intentó siempre ser objetivo. Viejo militante del P.C., ya en democracia dijo en una entrevista que “me asusta el grupo, claro que hay principios maravillosos. Principios en el principio. Luego el tiempo hace estragos. Esto se controla mejor estando solo”.
Su prosa en sencilla, clara, eficaz, con diálogos cuando son necesarios y silencios importantes. No faltan la ironía y el humor. Y siempre manteniendo una tensión narrativa increíble a pesar de que cuando escribía intentaba “esconder la literatura todo lo posible, que no estorbara, hacerla invisible”.
Autor no muy prolífico, escribió una decena de obras importantes y otras tantas cortas o menos conocidas, de hecho, hay muchas de sus obras “menores” que son difíciles de encontrar porque están descatalogadas. Cualquiera de sus obras es muy recomendable su lectura, pero hablaré solo de algunas de las mejores para mi.
“La Higuera”, una fantástica novela sobre la guerra civil y la posguerra. Sobre la guerra, Ramiro Pinilla llega a decir que “las guerras que se empiezan no se acaban nunca. Memoria sangrante y secretos dolorosos, no hay solución para el final de una guerra. Esa es la mala noticia”. De esto ahora, en pleno siglo XXI, y ¡ochenta años después de terminar!, seguimos sabiendo mucho los españoles porque sigue habiendo gente que para sus intereses se ha empeñado en que así sea. En esta novela está parte de la historia reciente de nuestro país, aquello que no cuenta o no conoce la historia. Algún día hablaré de mi opinión sobre la historia y los historiadores.
“Aquella edad inolvidable”, entrañable novela en torno a un jugador del Athletic de Bilbao que llega a la gloria y una lesión le aparta muy joven del fútbol y termina trabajando en una imprenta ensobrando cromos, entre ellos el suyo. Reflejo de la importancia ancestral del fútbol y sobre todo, del Athletic de Bilbao en la sociedad vasca. Esto sí que es “más que un club”.
“Solo un muerto más” es una novela policiaca, pero no al uso, sino como todo lo que hace Ramiro Pinilla, con tintes épicos y con un detective llamado Sancho en clara referencia cervantina a su personalidad: un humilde escritor fracasado y la postura del escritor ante el dolor ajeno.
“Antonio B., el ruso” narra la vida de un personaje real de vida extrema, la guerra, la posguerra, el hambre, la cárcel, todo un ejercicio de realismo social. Apasionante relato.
“Las ciegas hormigas” es, posiblemente, su mejor novela. Cuenta que la escribió robando horas a su trabajo en la fábrica municipal de gas donde trabajaba por las mañanas y en una imprenta por la tarde. Durante siete meses. Todo empieza con un barco inglés que por un temporal arroja contra los acantilados vascos una carga de carbón… y a partir de ahí, todo, luchas por recogerlo, sentimientos, rencores, intereses de todo tipo, pasiones…
Pero para mi, su obra cumbre es la trilogía “Verdes valles, colinas rojas”, compuesta de tres novelas: “La tierra convulsa”, “Los cuerpos desnudos” y “Las cenizas del hierro”. En total más de 2200 páginas de literatura de la buena. Cuando conocí su existencia me asustó el número de páginas, pero me animé con la primera novela. Y me fascinó. Y leí la segunda. Y luego la tercera. Y puedo decir que sentí algo especial, esa atracción, ese disfrutar de algo especialmente bueno, hasta el nivel de que, al terminar, sentía que se acabase, deseaba otras 2000 páginas. Y esto, yo, solo lo puedo decir de los grandes libros. Un mundo literario, muchos personajes todos importantes, su prosa sencilla, directa, su narración impecable, una historia épica. Una historia del país vasco a través de dos familias, los Baskardo y los Altube. Una epopeya que dura casi cien años hasta llegar a los albores de ETA. La épica de los pueblos. Con recuerdo para las leyendas fundacionales vascas, desde Tubal (hijo o nieto de Noé) que llegaría a las costas vascas y fundaría el país vasco y enseñaría el eusquera a los que allí estaban, porque se supone que el eusquera ya lo hablaban Adán y Eva en el paraíso. Por cierto, supongo que en las escuelas catalanas se enseñará que en el paraíso se hablaba catalán, por lo que, pensemos para evitar problemas, que Adán y Eva serían bilingües. En esta trilogía está todo, costumbres ancestrales, también la llegada del progreso y las reticencias que provoca en el nacionalismo vasco que llamó despectivamente maketos a los emigrantes que llegaron para trabajar en los altos hornos o en la industria y que sobre ellos y su trabajo se edificó la riqueza vasca y siguen siendo los grandes silenciados. Y también está el apego a la naturaleza, la guerra civil y los dos bandos, la aparición de ETA y los conflictos internos que genera en la sociedad vasca y mucho, mucho más. De Ramiro Pinilla se ha dicho: “Pinilla está al margen, un lugar perfecto desde el que hablar de la pérdida de raíces, de la sangre que se mezcla, de los verdes valles de un idealizado y paradisíaco mundo antiguo, amenazado por las colinas rojas y la sangre de los trabajadores de las fábricas”. Los críticos hablan de una escritura con tintes de Baroja, para mí hay mucho de García Márquez, mucho de realismo mágico y del de verdad. En resumen, una delicia, unas novelas importantes, que hay que leer y que dejan buen sabor.
Al menos a mí me lo parece.
