Antes de empezar. Pactos, negociaciones, mercadeo, luchas por el poder personal, económico, de partido. Espectáculo bochornoso, indignante. Luego dirán que todo ha sido por bien de los ciudadanos. Habrá que aplaudirles, hacerles la ola, gigante, arrasadora. Bueno, yo a lo mío, los libros.
Me gusta el latín. ¿Me gusta?, creo que si, y sobre todo me gustaría saber mucho más, me parece fascinante saber el origen de las palabras, el porqué de su significado, el poder utilizarlas correctamente. Hace muchos años, tuve un compañero de trabajo y amigo, Pascual, que murió muy joven y sin saber que había sido muy importante en mi vida. Él era un sabio, si, un sabio normal. Un día, después de un viaje a Roma, le pregunté porqué las alcantarillas de la ciudad tenían la inscripción SPQR, entendía que era senado del pueblo romano, pero la “q” ¿qué pintaba allí? Y me contestó que era “populusque”, la partícula “que” unía dos sustantivos “senatus” (senado) y “populus” (pueblo) y que la traducción era “el Senado y el pueblo romano”. También me contó que, el resto de italianos no romanos, tenían otra traducción a esas siglas más humillante: “Sono Pazzi Questi Romani”, “están locos estos romanos”. Era sabio, decididamente. No hace falta decir que me fascinó conocer a una persona que supiera esas cosas. Y muchas más, muchas. A él, posiblemente, le debo mi afición a los libros, él consiguió que me gustara el derecho. Y que me entrara curiosidad por el latín y por el origen de las palabras y así, cuando empecé a estudiar derecho me aprendí una de las muchas frases en latín habituales “verba volant, scripta manent”, las palabras vuelan, lo escrito permanece. Y muchos años después, ahora, hay un programa en la radio pública que se llama “verba volant” y cuyo director, Emilio del Río, acaba de publicar el libro “Latín Lovers”, basado en su programa, que no hace falta decir que me ha encantado, es una gozada, ameno, instructivo, con humor. A los que ya les guste o a los que les entre la curiosidad, les recomiendo buscar en Youtube el vídeo de la presentación del libro en Burgos, van a pasar un rato muy bueno, riendo, aprendiendo y satisfaciendo la curiosidad.
En cuanto al libro, se dedica a comentar el origen latino de muchas palabras y frases de nuestro idioma, de nuestras conversaciones habituales, porque eso es lo llamativo, la cantidad de palabras que usamos en latín sin saberlo o pensarlo. Y todo como decía, en tono distendido, ameno, explicando bien y claro los conceptos, haciendo que aprender latín no sea tarea farragosa. Citaré solo alguna de las palabras o frases que analiza, a título de ejemplo.
“Exit” estamos cansados de verla en muchos sitios indicando la salida y todos pensamos que es una palabra en inglés, pues no, es latín. Es el participio del verbo exeo, exis, exire… que significa “salir” y está compuesto a su vez de “ex” y el verbo eo, is, iri… que significa ir, luego “exit” es “ir fuera”.
Solemos decir “carpe diem” y estamos deseando “disfruta el día, buen día” y es porque carpo, carpis,… es gozar, disfrutar y diem es el acusativo de dies, diei que es día.
Una curiosidad es porqué a los José se les llama Pepe. La explicación latina es muy curiosa y rocambolesca. En los textos en latín se ponía al lado del nombre José de Nazaret (San José) Pater putativus y para abreviar, se hablaba de “Sanctus Iosephus P.P. Christi” (traducido sería: San José padre putativo de Cristo). Putativus significa supuesto, tenido por. La gente, sobre todo la que no sabía latín, lo leía como San José PP”.
Una que me ha resultado especialmente curiosa es la diferencia entre teatro y anfiteatro. El prefijo “anfi” es griego, en latín es “ambi”, significa ambos, doble, esto es, dos teatros pegados uno frente a otro en forma circular u ovalada. El teatro es semicircular. Con el prefijo “ambi” también está ambivalente, ambidiestro (que utiliza las dos manos o pies derechos, que, lógicamente, quiere decir que utiliza con la misma habilidad el derecho que el izquierdo).
Y la última. Siempre hablamos de nuestra visita al “Coliseo Romano”, cuando donde hemos estado es el Anfiteatro de Flavio. Los romanos llamaban “colosos” a las grandes estatuas, a las muy grandes de 20 o 30 metros de altura. Y en ese lugar había una estatua gigantesca de Nerón y después al lado se construyó el anfiteatro, que tomó el nombre entre la gente de “coliseum”. La estatua como han podido comprobar, no se conserva. Y así seguiría con un montón más de palabras y frases que el libro contempla.
No seré yo el que hable de las bondades del latín en la enseñanza, entre otras razones porque no tengo conocimientos para hacerlo. El latín o el griego se decían que eran “lenguas muertas”, ahora sus defensores hablan de “lenguas matadas” por los planes de estudios. He leído opiniones y artículos defendiendo a ultranza su vuelta de manera importante a los planes de educación y también lo contrario. He visto estos días imágenes de una importante manifestación en Madrid en su defensa. Una de las críticas que los alumnos hacen a estas asignaturas es que “son muy aburridas”. Estoy convencido al cabo de los años, que una asignatura, cualquiera, puede ser amena y gustarte si el profesor es bueno, si te contagia su pasión, si consigue enamorarte de lo que dice. Yo tuve en el bachillerato uno que me hizo que me gustara, Jaime Rodríguez, que ahora no está pasando por sus mejores momentos vitales. Sirvan estas líneas como homenaje a sus clases y como ánimo a su familia.
Latín Lovers es un libro divertido, ameno, que se lee fácilmente y que deja buen sabor de boca porque te hace aprender cosas con facilidad y al terminar te das cuenta de lo importante y lo bonito que es el saber, el conocer de donde vienen las palabras, conocer la magia de las palabras. Merece mucho la pena.
Al menos a mi me lo parece.
