Elecciones. La ciudadanía se ha pronunciado. Aunque la hizo popular Mafalda, atribuyen a Groucho Marx la frase “paren el mundo que yo me bajo”. Pues eso. Yo a lo mío, a los libros.
Isaac Rosa (Sevilla, 1974) es un escritor que además de unas cuántas novelas también ha publicado comics y es un activo articulista. Yo le conocí leyendo sus colaboraciones en algunos medios al tiempo que leí una de sus novelas “La mano invisible”, una obra curiosa sobre los distintos trabajos, sobre el Trabajo más bien y sobre esa mano invisible que está detrás de todos, el capitalismo, la explotación, etc. No estaba mal, me pareció que podía ser un escritor interesante. Después leí otra “La habitación oscura”, que me acabó de confirmar que para mi, estamos ante un escritor importante. Esta novela trata de un grupo de amigos que deciden alquilar una nave y dejarla oscura totalmente. Al principio, para relaciones sexuales anónimas, pero el tiempo pasa, los amigos crecen, sus relaciones y sus vidas se complican y todo se refleja en los ratos que pasan allí. Como si fuera un micro-mundo dentro de esa habitación. Me pareció interesante.
Y ahora acaba de publicar “Feliz final”, una fantástica novela, mucho más, un “artefacto literario” que durante su lectura y al final me ha hecho pensar que estamos ante una de las novelas del año. Es una historia de amor y desamor. Pero todo contado al revés, yo creo que hasta el título, ya que sonaría mejor “Final feliz”. La novela empieza con el epílogo, sigue con los capítulos al revés 8,7,6… y termina con el prólogo. Como si fuera quitando capas a la cebolla del desamor hasta llegar al núcleo amoroso inicial. No he hecho el ejercicio de leerla al revés, como “Rayuela”, pero supongo que también se entenderá.
Pero hablo de “artefacto literario” porque, además, la historia la cuentan los dos protagonistas. Cuando estás leyendo te da la impresión de que estás en una mesa y tienes a los dos, uno cada lado y hablan, al principio con intervenciones largas de cada uno de ellos, respetándose la palabra. Según va pasando el tiempo y la narración, sus intervenciones son más cortas, aceleradas, se quitan la palabra entre ellos. Y esto lo consigue con varias páginas de la opinión de uno y luego otras páginas (en cursiva cuando “habla” ella) del otro, a veces sin puntos y aparte lo que de da sensación de agobio, de que te cuentan su opinión con pasión. Otras veces, los párrafos son más cortos, incluso a veces están escritos a dos columnas, ella “habla” a un lado de la página y él al otro, también frecuentemente en la misma línea “hablan” los dos, como interrumpiéndose en su “conversación”. La estructura narrativa, el ritmo, la tensión, la dureza a veces, que logra con todo esto, me parece genial y un acierto, que, en mi opinión, hace de esta novela algo importante. Y todo contado hacia atrás. Me ha parecido genial.
El tema del amor y el desamor no es ni mucho menos original, pero está tratado con grandeza, dando importancia a todo lo que lo rodea, con dureza, con ternura, con pasión, con verdad, con sentimiento. Y no faltan los tópicos “vamos a reventar de felicidad”, “nos amamos como nunca nadie ha amado”, la frase inicial del libro “nosotros íbamos a envejecer juntos”. Pero también hay otras reflexiones o expresiones originales: “burbuja de amor”, “el enamoramiento no existe, es ficción, autoengaño”, “quererse de forma ortopédica”, “primeros síntomas de esguince amoroso”, una genial “enamorarse es acumular nostalgia para el futuro” o el comentario tras el primer beso “llevabas un chicle con sabor a menta gastada que volverá a mi lengua el día de mi muerte”. Algo de humor en el comentario de la existencia de empresas que se dedican a los regalos para bodas y uno de ellos es el “regalo de divorcio” que incluye todos los trámites que conlleva un divorcio, por si lo necesitan. Y muchas más, las reflexiones de un padre separado en un VIP con su hijo, de la suegra reprochando a su nuera el que quiera cuidar a su hijo porque tira por tierra todas las luchas feministas, etc. Todo muy bien, dando importancia al más mínimo detalle.
Citaría muchos párrafos que me han gustado, por ejemplo: “… vivir en pareja es una contabilidad, debes y haberes, hay que echar cuentas continuamente para ver si te compensa estar con una persona y yo a estas alturas de la vida no me engaño, no existe la pareja ideal, así que….” Otra: “… el matrimonio, que es un sistema que nos acaba sacando lo peor de cada uno o ni siquiera lo peor, simplemente aquello que para la otra persona puede ser inaguantable…”. Y solo un párrafo más, para mi también genial “… ofendido porque cuestionase mi amor de padre, hasta que dije la frase que más repetí en las siguientes semanas, de la que me faltó hacerme una camiseta, una taza de desayuno: cuando nace un hijo no se para el mundo. La pronuncié cada vez que durante mi permiso de paternidad quise hacer algo diferente a encapsularme en vuestro ovillo lactante: ir a la piscina, leer un libro, quedar con un amigo para tomar una cerveza, y no hacía falta que me objetases nada, yo llevaba la frase por delante: cuando nace un hijo no se para el mundo”. Y muchos más, hay que leer esta novela.
Isaac Rosa ha confesado que esta novela tiene algo de autobiográfica, pero además supongo que se ha documentado muy bien para conocer la opinión y los sentimientos de las mujeres en estas situaciones. Es además muy difícil y él lo hace memorablemente el tratamiento de los temas, de las situaciones cotidianas, con una agudeza increíble. A veces la lectura se vuelve triste como cuando llega la crisis social, la precariedad, que hace que todo sea más difícil “cuando la precariedad entra por la puerta el amor sale por la ventana”.
Resumiendo. Una buena, una gran novela, seguro que será de las importantes de este año, de las que se recuerdan porque te acarician, te arañan, te remueven recuerdos y sentimientos. Te dejan sabores contradictorios, te hacen reflexionar.
Al menos a mi me lo parece.
