El austriaco Stefan Zweig es uno de los mejores escritores del siglo XX en mi opinión. Es un autor muy prolífico que ha publicado en varios géneros: poesía, teatro, novela, autobiografía, ensayos y biografías. Fue famoso en su época (murió en 1942) y ahora es cada vez más seguido y leído. Su vida, algunas circunstancias, siempre me han fascinado desde hace unos 15 años que leí una de sus obras. Le tocó vivir la época maravillosa de la Viena entreguerras y fue viendo cómo todo se desmoronaba con la llegada del nazismo y la guerra (cuenta su visión de esta época en un fantástico libro autobiográfico “El mundo de ayer”). Huyendo de los nazis por varios países, termina recalando en Brasil donde reside un tiempo, feliz según cuenta en su carta de despedida, pero acaba suicidándose en compañía de su mujer. Es famosa la foto de los dos, en la cama, mirándose, con rostros relajados, después de tomar las “pastillas”, pero lo que siempre me atrajo de esa foto y de esa historia es que, según dicen, el resultado de las autopsias que les hicieron reveló que ella se tomó “la pastilla” varias horas después que él, por lo que me gustaría saber qué pasó por la cabeza de esa mujer en esas horas. Digno de una novela o una película.
De sus obras he leído varias biografías, su autobiografía, algunos ensayos y unas cuantas novelas. Y todo me ha gustado, tiene algunas cosas buenas, otras muy buenas y algunas, simplemente maravillosas. Para mí es un autor adictivo, voy leyendo 8 o 10 libros al año, para que “no se me acaben”, porque me da pena pensar que algún día ya no tendré nada nuevo que leer de Zweig. Y cuando tengo uno o dos libros suyos en mi librería esperando que le llegue el turno para leerlos, tengo hormigueo pensando que están ahí. Espero poder escribir más veces de sus libros, pero para empezar he escogido una pequeña obra maestra, una joya literaria: “Carta de una desconocida”, una novela corta, de algo más de 60 páginas. He leído una opinión de alguien que decía que son solo 60 páginas, apenas 120 gramos, pero una tonelada de emotividad. Pues eso.
Un escritor famoso recibe una carta, voluminosa, sin remite, de una mujer que le confiesa su amor desde niña. Fue vecina suya y tanto de niña como de joven no se atrevió a confesárselo. Pasó un par de noches con él y se quedó embarazada. Pero nunca se lo dijo. Sus vidas se separaron y ya de adultos, él nunca la reconoció, aunque volvieron a verse y ella nunca le dijo nada. La carta la escribe la mujer cuando acaba de fallecer su hijo y deja instrucciones de que se la entreguen cuando ella esté muerta. Y en la carta le cuenta su amor, la vida que ha llevado, su hijo… y todo pensando y soñando con él.
Una historia de amor imposible. Mucho más, es mucho más. Primero está muy bien recreado el ambiente de la Viena de esos años. Y hay mucho “dentro” de esta sencilla trama. Hay amor patológico, hay sentimientos a montones. Convertir cosas y situaciones normales en torrentes de sensaciones. Me parece triste en el fondo, un amor obsesivo, sin ser correspondido, pero también desinteresado, generoso, obcecado, posiblemente le convierten en un amor hermoso. También se puede hablar de dolor por no ser reconocida, ni correspondida. Pero también yo creo que hay humanidad, ternura, dramatismo en muchas de las páginas.
Existen dos versiones cinematográficas, una antigua en blanco y negro que José Luís Garci dice que es una obra maestra, a mí me parece simplemente buena, muy bien plasmado el ambiente vienés pero no muy respetuosa con la novela. Y la otra versión más moderna, es sorprendente porque la novela se desarrolla en ¡Japón! Al principio chirría un poco ese traslado de Viena a ciudades japonesas, pero es muy fiel a la novela y al final, esa lentitud, esa calma de la vida oriental la hace agradable y “ves” la novela en ella.
Zweig hace un análisis impresionante de los pensamientos y sensaciones de los personajes, lo que es una característica de sus libros. Es un gran escritor de la psicología de los personajes. Pero sin dejar de ser un escritor ameno, elegante. Y también sencillo, sin ñoñerías, sin afecciones, un extraordinario narrador. Te seduce, te atrapa. Y consigue que cuando terminas de leer este puñado de páginas, te queden muchas dudas y preguntas en el aire: la fuerza del deseo, la complejidad del ser humano, de sus pensamientos y acciones que le llevan a situaciones asombrosas. ¿Es posible un amor así? ¿Y sobrevivirle? ¿Merece la pena? Algunas respuestas pueden dar miedo. ¿Por qué y para qué quiere que la carta se la entreguen cuando está muerta? Alguien dijo que el amor es una fuerza maravillosa pero que a veces arrasa todo a su paso. Pues eso.
Es una novela corta, como decía al principio, una pequeña joya literaria. Hay que leerla despacio, de un tirón (o dos) porque es una novela hermosa, delicada, maravillosa. En silencio, saboreando cada frase, cada párrafo. Llega un momento en que “ves” la historia, estás dentro. Con el corazón en un puño. Hay que ir paladeándola. Dejar que se asiente y cuando termine… hacer lo que hace el escritor protagonista de la novela al terminar de leer la carta: “terminó la lectura de la carta con manos temblorosas. Después reflexionó largamente”.
Una larga carta de amor. Imprescindible. De obligada lectura por la intensidad emotiva tan brutal que contienen sus páginas. Léanla, pero en un libro de verdad no en uno digital. Creo que dentro de unos meses la volveré a leer. Inolvidable.
Al menos a mí me lo parece.
