Este es el título del último libro de Leonardo Padura, escritor cubano actual. El título está copiado a un poeta cubano que solía hablar de “la maldita circunstancia del agua por todas partes”, en clara alusión a vivir en una isla y que él explica mejor: el sentimiento y el hecho de la insularidad inapelable.
Me confieso admirador y seguidor de sus libros. Descubrí a Padura hace ya algunos años por un libro titulado “El hombre que amaba a los perros”. Me llamó la atención el título, el contenido que novelaba la muerte de Trotsky a manos del español Ramón Mercader y la forma de esa muerte, un golpe en la cabeza con un piolet. Me atrapó la forma de contar de Padura. Y el libro me pareció fantástico.
Y después leí “Herejes”, una novela mezcla de historia, arte, herejías, judíos alemanes huyendo en un barco hacia Cuba donde no les dejan desembarcar. Y mucho más. Otro libro, otra novela que me volvió a encantar. Además, aparecía para mí por primera vez Mario Conde, policía, investigador, que es el protagonista de unas cuantas novelas más de Padura, que por supuesto fui leyendo. Y el resto de su obra y ahora el ya mencionado “Agua por todas partes”.
Antes de hablar de su último libro, quiero contar algo de Mario Conde. Padura crea al personaje en la novela “Pasado Perfecto” y es una especie de anti-policía, aficionado al ron, al béisbol, de vida desordenada, algo ermitaño, pero también muy amigo de sus pocos amigos, leal, fiel y a la vez tierno, irónico, inteligente.
Tiene mucho creo yo del propio Padura. Para mí, sus novelas son distintas, tiene una forma de narrar las situaciones, de explicar lugares, sentimientos, reflexiones sobre la vida cubana, pasada y presente, que te sientes andando por las calles cochambrosas de la Habana y te gustaría disfrutar de un buen ron con sus amigos, acompañarle a comer un guiso que la madre de uno de ellos hace de vez en cuando. Y todo con ese lenguaje suave, bello de los cubanos, con alguna palabra propia y algún giro que hace de su lectura un placer literario. Y con la música y el béisbol siempre presentes.
“Agua por todas partes” su último libro publicado es distinto a todos los demás. Es un poco de autobiografía, crítica política y social cubana, reflexiones sobre literatura, sobre béisbol. Es eso y mucho más, es Padura auténtico. Dedica al principio algunas páginas para “justificar” el que siga viviendo y escribiendo en Cuba, en lugar de haberse exiliado como muchos de los que han podido. La coyuntura política, la compleja singularidad de la existencia cotidiana, la suma de peculiaridades históricas y presentes que envuelven la vida cubana, todo eso, es un desafío, un reto cultural y creativo que él ha aceptado. Y es que, pasados 60 años de la revolución cubana, 100 de la rusa y de casi 30 de la desaparición de la Unión Soviética, Cuba sigue manteniendo su condición de estado de economía y política socialista-comunista utópica del pasado siglo. Para esta decisión es muy importante también el sentimiento de pertenencia tan desarrollado en los cubanos.
Y es que sigue viviendo y escribiendo en el barrio habanero de Mantilla donde nacieron sus bisabuelos, abuelos y padres. Mantilla es un barrio periférico de La Habana, lejos del mar y que él define así: … un barrio donde, desde hace cuarenta años escribo y padezco, con una precaria o inexistente conexión a internet, con vecinos a los que les gusta escuchar música a todo volumen (incluso un ruido que se llama reguetón), el barrio donde camino entre calles destripadas y basureros desbordados (aunque en verdad, ese no es un privilegio mantillero, sino de todo el país). Pero a pesar de todo, cree que La Habana todavía tiene alma. Un amigo suyo tiene una curiosa teoría para definir la situación cubana: “los cubanos estamos enfrascados en una carrera de diez mil metros y desde hace varios años estamos corriendo el kilómetro siete. Es decir, hemos llegado al momento en que, más cerca de la meta que de la salida, hemos invertido lo mejor de nuestras fuerzas, pero aún nos queda el tramo más difícil de la carrera y el kilómetro siete parece infinito…… y todos los días cuando me despierto, siento que estoy en el kilómetro siete y aunque no sé si voy a resistir, salgo otra vez a correr”. Esta teoría del Km. 7 se me ocurre que puede aplicarse hoy día a la ciudad de Segovia.
Explica la situación cubana actual. Salarios, muy parecidos para todos eso sí, que no llegan para pagar la comida, luz, ropa y transporte. Cartillas de racionamiento para comprar y comer lo que quiere el estado. ¿Y cómo explicar la subsistencia de una economía así? Padura da la respuesta: la capacidad prodigiosa de los cubanos para reciclar, cortar de un lado y poner en otro y, sobre todo, inventar y resolver… y luchar. Tensando los bordes de la legalidad (y transgrediéndolos muchas veces). Colas para todo, por ejemplo, de una hora para tomar un autobús, un ómnibus urbano habanero, rodeado de un centenar de otros desesperados, agobiados por el calor y la humedad y que suele convertirse en una experiencia alucinante, en la que pululan escenas con sexo, violencia y lenguaje de adultos… Sí es verdad, cuenta Padura, que la sanidad y la educación está aseguradas para todos. La educación gratuita conlleva el que los jóvenes tengan que realizar anualmente trabajos en las plantaciones para devolver a la sociedad el coste de su educación. Como se ve todo muy propio de un régimen comunista-socialista, que todavía hoy, algunos, nos quieren implantar en España.
Los últimos capítulos del libro los dedica a explicar cómo escribió algunos de sus libros, cómo se documentó, viajes, razones por las que los escribió. Si has leído sus libros, este “Agua por todas partes” es una delicia y si no, también, porque es Literatura, con mayúscula.
Al menos a mí me lo parece.
