Román Sebastián Ayuso es, sin ningún género de duda, un hombre hecho a sí mismo. De orígenes humildes, si por algo se caracterizó desde joven fue por su valor para emprender nuevos retos. Después de mil y una aventuras, se convirtió en fabricante de aluminio, aupando a “Aluminios Ayuso S.L.” —empresa que creó junto con sus dos hermanos, Celestino y José Luis— a las primeras posiciones en el ranking de producción de aluminio por extrusión de España. Hoy, hace un alto en el camino para repasar su vida y analizar la situación económica actual.
“Aunque yo nací en Sepúlveda, a los tres meses mis padres se fueron a Madrid”, comienza a relatar. Como tantas otras familias que emigraron, en Madrid iniciaron una nueva vida. Una pequeña taberna, con tienda incluida, parecía que sería su modo de vida. Pero la muerte del padre, en un accidente de bicicleta, truncó ese futuro. La madre tomó entonces a los tres hijos y regresó a Sepúlveda. Compró unas ovejas e intentó salir adelante. Ayuso se recuerda, con siete años, con el rebaño por las lastras de Sepúlveda. Pero él, siempre inquieto, no cejó en buscar algo mejor. A los diez años regresó a Madrid, a trabajar a la vaquería de un pariente lejano. Luego fue botones y, más tarde, estuvo en la taberna del torero Antonio Sánchez, donde cogió afición a la tauromaquia. Pero no paró ahí. También hizo portes, pues tenía claro que quería trabajar por su cuenta.
Hasta que, por casualidades de la vida, tuvo la oportunidad de hacerse cargo, junto con sus hermanos, de una cerrajería. Muy modesta, construida de madera, en el barrio de San Blas. El negocio prosperó rápidamente. Y los tres hermanos abrieron poco tiempo después un almacén de aluminio. Hasta que llegó un momento en el que comprendieron que tenían que optar o por la cerrajería o por el almacén. Apostaron por la segunda opción. Traspasaron la cerrajería a sus empleados, en 1976, y comenzaron a planear la fabricación de aluminio.
Tardaron todavía unos años en conseguirlo. A mediados de los 80, Aluminios Ayuso dio su paso más importante, adquiriendo su primera prensa para elaborar aluminio. Durante dos décadas, la empresa no paró de crecer. Además de la fábrica de Villarejo de Salvanés (Madrid), con cuatro prensas, también se abrió otra planta en Zarza de Tajo (Cuenca), dedicada al alonizado. “Hemos llegado a producir 30.000 toneladas anuales, dando trabajo a 650 personas”, asegura Ayuso. El Grupo Ayuso, formado por cerca de una veintena de sociedades, se expandió entonces por toda España, abriendo delegaciones en numerosas provincias.
Sin embargo, ¡ay!, la crisis económica ha afectado sobremanera a la producción aluminio. “El 95% de nuestros productos se vendían a la construcción, y como ahora ese sector está prácticamente muerto, hemos tenido que buscar nuevas vías de negocio”, explica Ayuso.
Desde hace unos cuantos años, las empresas del Grupo Ayuso centran su labor comercial fuera de España. Cerca del 80% de la producción viaja a otros países. Ayuso es un convencido de que ese es el camino que deben tomar en esta coyuntura las empresas nacionales. “Hay que salir fuera de España. Si la situación interna no cambia y tu empresa no exporta, estás abocado al cierre”, advierte. El primer país al que el Grupo Ayuso exportó fue a Alemania, un hecho que ha abierto después muchas puertas a estos fabricantes de aluminio. Ahora, ya cuentan con un almacén en México, las ventas a República Dominicana no paran de crecer…
“En exportación —indica Ayuso— lo importante es ir poco a poco. Cuando se inaugura una delegación en el extranjero hay que haber allanado previamente el camino. Y luego, es obligado dar buen servicio. Si no se puede atender bien, es mejor no abrir esa oficina”.
Sobre la situación española, Ayuso pide a los empresarios “constancia en el trabajo”. Y aprovecha para reclamar a los bancos “que ayuden a los emprendedores”, algo que, a su juicio, no está ocurriendo ahora. “Los industriales sabemos lo que hay que hacer para salir de la crisis, pero hace falta que nos echen una mano, y esa ayuda es la que nos tienen que dar los bancos”, agrega, para acabar con una pregunta: “Si España ha salido de otras crisis económicas, ¿por qué no va a poder salir de ésta?”.
