GALERÍA DEL PARTIDO ENTRE LA SEGOVIANA Y EL CORUXO
En ocasiones, resulta complicado relatar lo acontecido en un partido con desapasionamiento, sin dejarse arrastrar por el sentir general, sobre todo cuando tras una derrota tan dura, sobre todo en lo moral, que cosechó la Segoviana frente al Coruxo, la tentación de decir que todo está mal, y que el equipo azulgrana se marcha directo a la Tercera División es demasiado fuerte como para obviarla.
Se sabía que a la Segoviana, con uno de los presupuestos más bajo del grupo I de la Segunda B, le tenía que salir una temporada redonda para conseguir la permanencia en la categoría. Se sabía que los reveses iban a ser mayores que las alegrías, y también que el equipo iba a necesitar de toda su fortaleza mental para salir adelante. Pero ayer, en un terreno de juego donde fácilmente podían acampar tres legiones de conejos (ojo, que nadie tiene la culpa de que en Segovia el invierno sea eso, invierno, y llueva, y nieve, y haga frío para todos) a la Segoviana se le cayó el mundo encima, y lo peor de todo es que no supo disimularlo, ni ante una afición que extrañamente dio la espalda al equipo en el tramo final, ni ante un rival que llegó a La Albuera a hacer el clásico partido fuera de casa, todo contundencia, y fiando su suerte ofensiva a lo que pudiera regalar el rival. Que ayer fue mucho.
QUINCE MINUTOS DE TOMA Y DACA
Entre las bajas (que las había), las malas sensaciones que dejó el equipo en Majadahonda, y el estado del campo que lo condicionaba todo, Abraham le dio una vuelta al once inicial, dando a Leira el timón del equipo, con Quino y Calleja acompañándolo en el centro del campo. La intención del técnico era la de siempre cuando jugaba en casa, dominar el encuentro con la posesión del balón, aún a costa de correr muchos riesgos porque el campo no concedía ni una sola alegría técnica. El Coruxo, por su parte, ponía dos líneas de cuatro por detrás de la línea del centro del campo, y solamente Higón y Diego Silva apretaban en la presión, y con eso se bastaba para aumentar exponencialmente el riesgo en la salida del balón gimnástica.
El primer cuarto de hora de partido fue de toma y daca, con el Coruxo saliendo muy dominador, y con la Segoviana apelando al empuje de Dani Arribas para obligar al portero Alberto a esforzarse. Una primera pérdida de balón local dio origen a una falta cerca del área de Pablo, que Borja Yebra lanzó al palo. Poco después, el propio Calleja obligaba a Alberto a enviar el balón a córner tras un lanzamiento desde fuera del área, y en el saque de esquina posterior a la acción, Anel cabeceó con violencia el balón, que repelió con la misma violencia el larguero.
Pero, pasados esos minutos trepidantes, el partido se metió de lleno donde quería el Coruxo, que esperaba agazapado a que la Segoviana se equivocara tratando de jugar el balón en el centro del campo para lanzarse a la contra. El equipo azulgrana jugó con fuego durante casi veinte minutos, hasta que superada la primera media hora de partido, se quemó.
Dani Calleja, que desesperó a más de un aficionado, perdió un balón donde es pecado perderlo, y la penitencia para la Segoviana fue recogerlo de dentro de su portería, después de que el Coruxo enviara rápidamente al área, donde Campillo cedió a Higón, que cruzó ante Pablo.
SIN FUERZA PARA REMONTAR
La reacción de la Segoviana fue visceral, y por lo tanto efímera. Agus Alonso recogió un balón en la frontal, y llegado a la línea de fondo puso un envío al segundo palo, donde Dani Arribas entraba solo dispuesto a empujar el empate. Pero el segoviano llegó forzado, y en lugar de meterlo dentro, envió el esférico por encima de la meta gallega.
Pues, aunque parezca increíble, ese fue el canto del cisne para la Segoviana, porque el equipo ya no volvió a ser el mismo. Tanto fue así que el Coruxo pudo sentenciar antes del descanso, tras un clarísimo penalti de Borja Plaza a Diego Silva que le dio la posibilidad a Pablo de reivindicarse rechazando el lanzamiento del delantero del Coruxo.
La segunda parte fue todo un ejercicio de impotencia, porque el resultado, el estado del campo y un rival muy cerrado llevó a la Segoviana a caer en el error de lanzar balones al área esperando que Agus se buscase la vida. Pero el delantero gimnástico se vio muy bien frenado por los centrales visitantes, y los minutos fueron pasando con nada que contar, lo que para el Coruxo era lo mejor que le podía pasar.
Lo más peligroso para la Segoviana llegó cuando, a cuatro minutos para el final, Kike estuvo cerca de superar por arriba a Alberto, que despejó el peligro. Un minuto después, un despeje de Pablo (que llevaba varios minutos jugando de líbero) rebotó en la espalda de Mateo, que a portería vacía puso el 0-2, que castigó a un equipo azulgrana al que nunca se le podrá discutir la intención futbolística, pero que pareció cansado de intentar rebelarse contra su mala suerte. Y esa puede ser la peor noticia de todas.
